Desde la mirada reflexiva de la «agenda setting», los medios de comunicación masiva «fijan» en la agenda pública temas de interés social que inciden en las decisiones de los ciudadanos. La influencia social encuentra respuesta en la pertinencia de las noticias y la manera en que se «enmarca» un tema. Es así como las instituciones mediáticas configuran creencias, actitudes y pensamientos de ciudadanos hacia otras instituciones, líderes políticos, programas, etc. Este modelo prototípico que destaca la información, también lo hace con la cantidad de noticias que suministra a las audiencias, presuponiendo indicios del poder fáctico.
Por otra parte, desde los «efectos limitados» que contrapone a la agenda setting, se describe a un ciudadano capaz de seleccionar y determinar mensajes en función de sus creencias, ideologías, comportamientos, valores, usos, costumbres y gratificaciones ante el poder mediático. Es decir, la audiencia es activa y capaz de neutralizar la influencia de los mensajes de los medios. De una u otra manera, el poder mediático tiene tales efectos sociales y es jugosamente atractivo para otras representaciones de poder (político) que, incluso desde el paradigma de la «hegemonía cultural», figuras simbólicas buscan beneficiarse aprovechando una situación de dominio social para servirse del poder de los medios, para inculcar su propia visión de la sociedad. Aunque esta influencia ideológica provoca actitudes de aprobación, negación o, en algunos casos, resistencia a la cultura dominante, el grupo negociador u opositor potencia la capacidad reflexiva accionaria de las audiencias conformistas frente a la acción de medios —masivos de comunicación o figuras de poder— que trabajan para mantener orden social de dominio y subordinación.
En cualquiera de estos razonamientos, es posible encuadrar lo acontecido en Huejotzingo con el asesinato de tres estudiantes y un chofer de Uber desde la óptica de los medios, figuras políticas e instituciones educativas, a un año de la todavía exigencia de justicia para Ximena, Antonio, Francisco y Emmanuel, víctimas del multihomicidio ocurrido el 23 de febrero del 2020 en Santa Ana Xalmimilulco, después de asistir al Carnaval de Huejotzingo.
En aquel entonces, el público hablaba del tema derivado de la frecuencia en los medios que mantenían la «agenda setting». De hecho, de la histórica manifestación estudiantil —podríamos inferir— que su capacidad masificadora de convocatoria provino de la influencia en la percepción del acontecimiento por parte de los medios, que esencialmente se trata de una influencia cultural. Los medios son instituciones dedicadas a la actividad productiva, transmisora y receptora de material simbólico.
Figuras simbólicas buscaron aprovecharse de la situación para inculcar su propia visión social, como el diputado Carlos Alberto Morales Álvarez, quien omitió comentario al momento del multihomicidio, pero lo recordó meses después a través de una manifestación contra su opositora Angélica Álvaro Juárez, tras denunciarlo por malversación.
A un año, medios, políticos, rectores… guardan silencio ominoso, cómplice de la impunidad.
Ecosistema Digital
Carlos Miguel Ramos Linares
@cm_ramoslinares