Juan Delgado, Isabelino Gradín y José Leandro Andrade son nombres muy importantes en la historia del futbol, pero los dos primeros han quedado guardados en el cajón, y del tercero se habla muy poco. Los tres son uruguayos, los dos primeros marcaron al balompié al ser los primeros jugadores afroamericanos (por extensión ya es válido su uso para los habitantes del continente americano) que participaron en un torneo internacional y el tercero al ser pieza fundamental de la selección uruguaya que ganó los Juegos Olímpicos de París 1924, Amsterdam 1928 y luego el primer mundial en Uruguay 30, su actuación sobresaliente en la capital francesa le valió el mote de la “Maravilla Negra”.
Fue Uruguay el primer país en convocar y dar importancia a jugadores afroamericanos, mientras Brasil, por ejemplo, afrontó etapas de racismo en las que se prohibía sus llamados porque la selección debía dar una imagen de civilización que no iba acorde con lo que representaban los futbolistas de esa raza. En la primera Copa América en 1916, donde alinearon Delgado y Gradín, un delegado chileno presentó una protesta tras perder 4-0 ante los charrúas ya que Uruguay había alineado a dos “componentes africanos”. Gradín era descendiente de africanos de Lesoto, nacido en 1897, fue campeón de goleo del Campeonato Sudamericano de 1916 (hoy llamado Copa América) y un año después repitió como jugador de la celeste que ganó el torneo en casa; los problemas dirigenciales del futbol uruguayo evitaron que fuera parte del equipo que ganó la medalla de oro en París 24 y luego se negó a integrar el equipo que repitió como campeón olímpico en Amsterdam 28. También desarrolló una carrera como atleta en la que logró varias preseas en campeonatos sudamericanos.
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Delgado tuvo una corta trayectoria en la selección pero brilló en el Campeonato de 1916 disputando los tres partidos para que Uruguay se proclamara campeón, fue capitán del Peñarol y tuvo un reconocimiento de estrella. Al retirarse fue utilero del propio Peñarol, una labor en la que le siguieron su hijo y su nieto.
Algunas historias del futbol |
José Leandro Andrade “La Maravilla Negra” se distinguía por su clase para jugar en el mediocampo, por lo que fue la gran figura de París 1924; tiene un palmarés envidiable: Campeón Mundial (30) https://www.youtube.com/watch?v=DlM3NQP6mEg, Bicampeón olímpico (1924 y 1928), tricampeón del Campeonato Sudamericano (23,24 y 26). Fue parte de la vida bohemia uruguaya, tocaba el violín y el tamboril e incluso bailó tango con la famosa Josephine Baker en su estadía en la ciudad luz. Baker fue otra gran personalidad al nacer en Estados Unidos, tener la nacionalidad francesa, su carisma como cantante y bailarina la llevó a ser espía francesa contra la Alemania nazi y fue activista a favor de los derechos de las personas de raza negra https://www.youtube.com/watch?v=NqFqpAAP94A.
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Andrade, Delgado y Gradín son tres ejemplos de lo que significa Uruguay en el mundo del futbol como un país que se atrevió antes que nadie a convocar jugadores de raza negra a su selección y, de esa forma, dejar que las cualidades deportivas se impusieran a los prejuicios, al contrario de lo que pasaba con Brasil donde una de sus primeras figuras, Artur Friedenreich alternó la gloria por sus actuaciones deportivas y su capacidad goleadora con polémicas por sus llamados a la selección a punto de perderse el primer mundial de la historia debido a que sólo se enviaron jugadores cariocas, es decir de Río de Janeiro. Friedenreich, hijo de un empresario alemán llamado Oscar Friedenreich y de Mathilde una brasileña afroamericana, hija de esclavos liberados, siempre fue impulsado por su padre para jugar futbol y es considerado el primer ídolo futbolístico de los brasileños, apodado “El Tigre” o “El Mulato de los ojos verdes”, algunos consideran que es el futbolista con más goles aunque como no hay tantos registros es un dato muy cuestionado ya que eso significaría estar por encima en esa estadística de Pelé.
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Friedenreich fue campeón de goleo en el Campeonato Sudamericano de 1919 con cuatro goles y fue clave para que Brasil ganara ese torneo ya que anotó el gol que significó el campeonato, por ser el primer jugador afrobrasileño en el futbol profesional afrontó muchos problemas de racismo al no poder asistir a los mismos lugares a los que acudían los blancos. En una gira por Europa en la que Brasil ganó 8 de 9 partidos anotó 11 goles y fue apodado como “El Rey del futbol”, era ambidiestro y los que lo vieron jugar relataban que nunca falló un penal.
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La historia de Friedenreich choca con la de los tres futbolistas uruguayos, pero todavía es más marcada cuando lo trasladamos a Europa: John Charles fue el primer jugador de esa raza en formar parte de una selección inglesa; lo hizo en la sub 18 y fue hasta 1962, pero el primero en la selección mayor fue Viv Anderson en 1978 gracias a sus buenas actuaciones en el Nottingham Forrest aunque su debut no se produjo hasta 1980 en un juego eliminatorio para la Euro de ese año en el que el equipo de la rosa ganó 2-0 a Bulgaria https://www.youtube.com/watch?v=5JZvMWFeQws. Raoul Diagne, de origen senegalés y nacido en la Guyana francesa, fue el primer jugador de raza negra que jugó para la selección de Francia en 1931 cuando el 15 de febrero alineó contra Checoslovaquia en el mítico Estadio de Colombes, pero no se pudo consolidar hasta el proceso para el Mundial de Francia 38 donde jugó los dos partidos en los que apareció su equipo, precisamente esa escuadra también contaba con Abdelkader Ben Bouali y Jean Bastien, de orígenes argelinos, en una apuesta del seleccionador Gastón Barreau.
Periodismo de futbol mundial |
Diagne fue seleccionador de Senegal cuando ese país africano obtuvo su independencia de Francia por lo que es considerado el “abuelo del futbol senegalés” que ya tuvo dos presencias en Copas del Mundo en Corea-Japón 2002 cuando alcanzó los cuartos de final de la mano de otro seleccionador francés, Bruno Metsu (QEPD) y recientemente en Rusia 2018 cuando se quedó en la fase de grupos.
FIFA.com |
Todas estas historias demuestran que Uruguay dominó el futbol y que fue un pionero en la integración de los jugadores afroamericanos; estas historias son parte de los contextos que no revisó la puritana Federación Inglesa a la hora de castigar al delantero uruguayo, Edinson Cavani, por un comentario supuestamente racista en sus redes sociales. Una Federación que no dio entrada a los jugadores de raza negra hasta la recta final del Siglo XX, ahora quiere dictar normas de comportamiento cayendo en señalamientos no sólo al futbol de Uruguay, sino a su sociedad en general. El combate al racismo es esencial en nuestros días, pero para hacerlo con bases sólidas no podemos perder de vista los contextos y, sobre todo, debemos recuperar la historia. Es tiempo de hablar más de los Delgado, Garín, Andrade, Friedenreich, Diagne y Anderson, es tiempo de hablar más de los pioneros y es tiempo de aceptar que en las grandes diferencias también hay puntos en común como la lucha contra el racismo.
Vice |