Jalisco vive un hervidero con un gobernador que quiere ser candidato presidencial en el 2024 y se ha adueñado de los otros poderes. La ruta ya trazada por Dante Delgado, que los colocó afuera de toda alianza con el PRIANRD, tiene en Enrique Alfaro Ramírez su velita prendida.
El gobernador del rompimiento, el hombre del discurso incendiario, el ídolo de las comparaciones históricas, el prócer de la virtud en la vida pública nacional es más una versión de aquellos gobernadores Duarte que se decían orgullo del sepultado nuevo PRI.
“El Duarte de occidente” ha mostrado el rostro como un político represor que le teme al contraste de la prensa, que no entiende nuevos tiempos y en “su” Jalisco se enloda las manos quedándose el Poder Judicial para sí, para su partido y compartiendo un poco con el PAN y la Universidad de Guadalajara.
Lo de la comparación de Alfaro con los Duarte puede ser aventurado, pero es cierto. Hay tales similitudes en el debate público que alertan.
En septiembre, su fiscal Gerardo Octavio Solís Gómez defendió a ultranza las políticas represoras del gobernador en torno al arresto y seguida muerte de Giovanni López por no usar cubrebocas. También justificó los levantones subsecuentes en las protestas contra él y su gobierno. De eso nadie habló. Aparte, en busca de la criminalización de Giovanni, repartieron datos del ‘historial delincuencial’ del joven detenido y asesinado en custodia para brincar al tema que los dejó muy mal parados a nivel nacional. Algo solo comparable con lo que hacían Javier Duarte y Arturo Bermúdez en Veracruz.
Lejos ya están los viajes a Cuba del gobernador pagados por un socio ligado al personajes oscuros, el reportaje judicializado para impedir su difusión y muy cerca los escándalos de corrupción que brotan de su administración. Y es que no hay otra palabra que pueda definir mejor el legado de los Duarte.
Sobra señalar que en Deuda Pública, habrá que hacer memoria que la deuda total de Veracruz se cuadruplicó en el sexenio de Duarte y que el pasivo total de la entidad ascendería a 87 mil 937 millones 886 mil 298 pesos, lo cual es cuatro veces mayor que lo calculado durante marzo del 2011. Por su parte, César, el de Chihuahua, heredó a Javier Corral pasivos por más de 55 mil millones de pesos.
En tan solo dos años de gobierno, Alfaro suma ya más de 22 mil millones de pesos de deuda pública adquirida y comprometida con las finanzas de Jalisco, justificada por la pandemia de Covid-19, pero ejecutada en promoción personal, entrevistas zalameras y cobertura mediática.
Alfaro, como los Duarte, usa del Congreso del Estado como oficialía de partes y coloca súbditos a su provecho, aprovecha a la Fiscalía General como órgano de represión y gestión, tiene un excesivo gasto en publicidad personal, poca claridad de las finanzas y un incremento exponencial de la deuda.
Podemos sumarle que es el gobernador del “son pendejos” los que salen, pero el mismo que se justifica con un “ya hacía falta”. Alfaro, el mandamás del encierro precoz y de la economía lacerada. Sin ninguna duda hablamos de un claro ejemplo caciquil que engloba mejor de todo lo que los ciudadanos despreciamos en 2018.
Nos leemos el año que viene.
Máscaras por Jesús Olmos