El diputado local del Movimiento Ciudadano, Carlos Morales Álvarez es impulsado para ser legislador federal… por Acción Nacional. Pretencioso, el exedil de Huejotzingo se ve con posibilidades de ir a las urnas porque se sabe respaldado por un Fernando Manzanilla Prieto, el exsecretario de Gobernación, convertido en la mano que mece la cuna en la oficina de Genoveva Huerta Villegas.
Solo así es entendible que hace tres semanas el político local haya sido promovido en la oficina de Marko Cortés, el dirigente nacional del albiazul por la propia Huerta Villegas, convertida en correa de transmisión de los afanes de Manzanilla Prieto, al mismo tiempo legislador de Encuentro Solidario (antes Encuentro Social).
De conseguir ese propósito, los panistas de cepa en el estado y particularmente en el distrito de Huejotzingo, serán desplazados, por lo que ya apunta al antidemocrático “dedazo” en la era panista en el partido que siempre condenó ese tipo de prácticas internas en otros partidos políticos en el pasado, como el Partido Revolucionario Institucional.
Los principales damnificados serán, curiosamente, los mejor evaluados en mediciones de opinión como Rubén Garrido, ex presidente municipal de San Martín Texmelucan y Gustavo Cebada Magaña, un militante auténtico de ese partido en el distrito en disputa. Carlos Morales es el menos reconocido en mediciones locales y, peor aún, los habitantes del municipio que gobernó lo identifican aún con grupos delictivos, como los llamados “Chilangos”, que han sembrado miedo y zozobra desde hace al menos nueve años.
La alianza Manzanilla-Morales tiene un eslabón que no se puede desdeñar: Francisco Ramos Montaño, un niñato que creció a la sombra de la familia Marín Torres de la que luego se deslindó. Ramos es compadre de Carlos Morales y ambos tienen un pasado priista y entre los dos han hecho negocios al amparo de la política.
En el interinato recibieron de Manzanilla Prieto, cargos y posiciones en universidades tecnológicas y en la delegación de Gobernación, en donde pronto encontraron la forma de obtener “regalías” de los ediles de la región, a cambio de lo que más parecía cobro de derecho de piso que gestiones gubernamentales en favor de autoridades locales.
La jugada del legislador federal tiene un claro propósito: crear un grupo que haga contrapeso al liderazgo de Miguel Barbosa, el gobernador que no los baja de “conejos”. Carlos Morales encaja perfecto en esa lógica, por ello fue llevado de la mano de Genoveva Huerta a la oficina de Marko Cortés.
La eventual salida de este legislador del Movimiento Ciudadano para embarcarse en una nueva aventura electoral lo convertiría, al mismo tiempo, en el prototipo del pragmatismo en la arena política: llegó del priismo para luego refugiarse en el partido naranja, en donde el grupo dominante encabezado por el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, lo ve como un advenedizo y poco confiable.
La última vez que se les vio juntos al pretendiente de la candidatura panista en Huejotzingo y al exsecretario de Gobernación fue en el informe legislativo del primero, en el que ambos se desvivieron en halagos mutuos. Pobres panistas, tan lejos de su doctrina y presos del chambismo de estos pragmáticos.
Parabolica,.mx por Fernando Maldonado