Nos gusta la mediocridad

El problema es que el funcionamiento ante el Necaxa estuvo lejos de ser el óptimo y el juego frente al colero evidencia que los técnicos son hijos de los resultados ya que con la victoria la presión hacia Juan Reynoso disminuyó y se vuelve a hablar de la posibilidad de llegar a la liguilla como si esa fuera la solución a todos los males del Puebla, como si la liguilla fuera el paraíso y no una etapa más que los equipos deben cumplir para seguir aspirando al campeonato. Porque seamos sinceros clasificar a la liguilla en este “Guardianes 2020” donde 11 equipos más lo harán no es un gran mérito, más bien no meterse significaría un gran fracaso y esta decisión de agrandar la liguilla es sólo una muestra más de la mediocridad que hoy vive el futbol mexicano.

Hasta el momento se han disputado 33 puntos en el torneo “Guardianes 2020” salvo el caso de Juárez y Tijuana que tienen su partido pendiente debido a los 30 casos positivos por Covid-19 en la organización bajacaliforniana lo que habla de que la Liga MX y sus socias comerciales, las televisoras, necesitaron este gran número de casos para postergar un juego a pesar de que otros equipos también han tenido que afrontar sus duelos con enfermos por el nuevo Coronavirus, SARS-Cov-2. Cinco equipos están claramente por arriba del 50% de efectividad: Cruz Azul con 25 puntos, América con 23, Pumas con 22, León con 21 (se enfrentan esta noche) y Pachuca con 18.

Luego están los dos equipos regiomontanos que poseen grandes plantillas pero acostumbran ir de menos a más en los torneos donde en la fase de clasificación muestran una gran irregularidad ya que tienen 17 unidades y están ahí con un 51% de efectividad; las Chivas, pese a su derrota en el Clásico, se ubican en octavo lugar con 15 puntos, es decir, con el 45% de los puntos en disputa. De acuerdo con el pasado criterio de clasificación a la liguilla hasta ahí estarían los equipos que entrarían a la pomposamente llamada “fiesta grande del futbol mexicano”, lo que se traduce en que un equipo con el menos del 50% de los puntos disputados en el torneo podría ser campeón y otros dos también tendrían esa posibilidad con poco más del 50%.

Ya desde aquí tendríamos que reconocer que el sistema de competencia premia la mediocridad, pero cuando recordamos que, con el pretexto de la pandemia, se autorizó que para el “Guardianes 2020” no sólo clasificaran los ocho clásicos a la liguilla, sino se abriera a 12 para así garantizar al menos otro partido con transmisión, el calificativo “mediocre” ya se queda corto. De esta manera, Puebla con 13 puntos con el 39.39%, Juárez con los mismos 13 puntos pero un juego pendiente y 43.33%, Toluca con las mismas 13 unidades y el mismo porcentaje que los Camoteros y Santos con 12 puntos y 36.36% estarían en ese juego de recalificación. En este momento, dichos duelos serían los siguientes: Pachuca vs Santos en tierras hidalguenses, Tigres vs Toluca en Monterrey, Rayados vs Juárez en la Sultana del Norte y Chivas vs Puebla en Guadalajara. Dicho de otro modo, un equipo como Santos Laguna con sólo 3 triunfos en 11 partidos todavía aspira a ser campeón, o Toluca que tiene la peor defensa del campeonato también sigue aspirando a lo máximo.

El colero es Necaxa con apenas 8 puntos, 24.24% de los puntos disputados, empatado con el San Luis, dos equipos que apenas han ganado dos juegos en lo que llevamos del torneo y suman 7 descalabros, pero aun ellos siguen en la pelea por la calificación ya que están a cuatro puntos de Santos Laguna, es decir, con dos resultados positivos se meten de lleno en la lucha por un lugar. Mediocridad absoluta es la que rodea al futbol mexicano al que han alejado de la verdadera competitividad para sumirlo en una historia donde no hay descenso y ascenso, donde clasifican 12 de 18 equipos y donde semana tras semana los partidos que se ofrecen en la televisión son muy malos, pero en el que se juega con las aficiones al prometerles una liguilla, que en el caso del Puebla no ocurre desde 2015 por lo que están por cumplirse 5 años.

Clasificar a la liguilla significará que los técnicos cumplieron con el objetivo, sin importar los cómos, llegando a la liguilla se venderá el torneo como un éxito y nadie se acordará de los juegos que ofreciste en Tijuana y Juárez, que el América te dio la vuelta a un 2-0 a favor y jugando bien, por un 2-3 en el Cuauhtémoc a pesar de las facilidades defensivas que ofreció el equipo capitalino. Llegar a la liguilla fortalecerá el discurso de los pretextos desde los penales rigoristas y las bajas por Covid-19 porque la declaración de Juan Reynoso el viernes tras vencer a Necaxa deja muy mal parada a la directiva poblana: “Demostramos que completos somos muy incómodos para cualquiera”, entonces para el técnico esta versión camotera es parecida a las anteriores y no tiene esa lucha interna por la titularidad de la que él mismo habló al principio de la temporada y es parte del discurso de la directiva que ha señalado en varias ocasiones ese incremento de la competitividad en la plantilla.

En su intento por justificar los malos resultados, el técnico peruano prácticamente quitó la confianza a jugadores que habían ingresado por los enfermos y ante Pumas y América ofrecieron chispazos de buen futbol. Porque tal parece que a Reynoso se le olvida que el 2-0 ante América se construyó jugando bien y que la voltereta se produjo cuando se modificó el parado del equipo y se privilegió ceder el balón y gran parte del terreno de juego a los capitalinos que se lanzaron por la remontada y la consiguieron. Las bajas que sufrió el Puebla fueron dolorosas y muy graves, pero un técnico no puede decir que el resto de sus futbolistas no puede con el paquete.

Los técnicos del futbol mexicano se han vuelto especialistas en decir frases como “los resultados son los que mandan”, y a vivir de sumar puntitos para cuidar su chamba. Miguel Herrera en el clásico nacional pecó de conservador y echó para atrás a su América que había sido superior al Guadalajara en el primer tiempo y que ganaba con justicia https://www.youtube.com/watch?v=-XqfK0PlrCQ, para ofrecer un segundo tiempo digno de cualquier partido de la fase regular y no de un Clásico que nos vendieron como una lucha de titanes. Es decir, en la cancha el producto se está quedando muy corto porque el futbolista mexicano, al que siempre le ha costado encontrar regularidad, ahora es un producto instantáneo, un jugador de redes sociales; por dos buenos partidos ya es el futbolista llamado a cambiar la historia, por cuatro ya es de selección nacional, por meter goles en los partidos moleros del “Tri” ya es figura y debe llegar a los principales equipos europeos, pero luego en nuestra propia liga no son capaces de aparecer. Chivas se llenó y pagó por ellos: Uriel Antuna, cuyos desabordes el sábado nunca produjeron peligro por no saber centrar, Cristian Calderón al que los comentaristas festejaron por levantarse pese a salir lesionado en una juaga previa y seguir defendiendo pero poco más, Jesús Angulo, Alexis Vega y su canterano Eduardo “La Chofis” López. Jugadores que aparecen, brillan algunos instantes y luego caen sin verdaderamente explotar. Eso es hoy el futbol mexicano.

Mientras más técnicos repitan frases como “los resultados mandan” y pocos se atrevan a seguir a Marcelo Bielsa y a otros con conceptos como este: “Seguir haciendo lo que se hizo para tomar ventaja; es un error pensar que los resultados se mantienen defendiendo cerca del área propia”, la mediocridad se seguirá adueñando del futbol mexicano, porque al final los técnicos preparan a sus equipos para responder en determinada competencia cuyas características están expresadas por su sistema. En México, ese sistema privilegia la mediocridad porque en lo único que se piensa es en términos de transmisiones televisivas, no de crecimiento deportivo.