Han pasado más de trece días de lo que denominaron la Nueva normalidad y estamos en plena crisis #Covid19. Tal vez por ello es que al presidente López Obrador le pareció oportuno elaborar un decálogo para salir del coronavirus y enfrentar la nueva realidad. Debo decir que con muy poca sensibilidad, y dice luego de su profundo análisis, López Obrador llamó a mantenerse informados y recobrar a “plenitud el sentido de la vida” salir con seguridad a la calle, realizar las actividades de siempre y vivir sin miedos y temores.
¿Qué se les ocurre que puedan sentir al leer su decálogo los más de doce millones de desempleados?
¿Y los que se quedaron sin trabajo, sin casa y sin familia?
¿Y los que han padecido de violencia e inseguridad?
¿Y cómo se sentirán los familiares de los más de 16 mil 800 fallecidos?
La vida continúa, sí, y al Presidente le alcanzó sólo para eso.
La historia reciente nos dice que al señor Presidente le gustan mucho los decálogos. Hace apenas unos meses, y derivado de la crisis de inseguridad y violencia, el 18 de diciembre de 2019 en la reunión del Consejo Nacional, enlistó un decálogo para enfrentar el problema de inseguridad por el que atravesaba el país y que por cierto seguimos padeciendo.
Sólo como un ejercicio de memoria, aquí el decálogo para garantizar la paz y enfrentar el problema de inseguridad. ¿Cuáles son los avances y resultados?
1.- No permitir la corrupción en las instituciones encargadas de la seguridad.
¿Qué hay de la investigación a ocho elementos de la Guardia Nacional que supuestamente sostuvieron un encuentro con delincuentes en el municipio de Venustiano Carranza?
2.- Marcar la línea divisoria entre autoridades y delincuencia, es decir, “que no gobierne la delincuencia”.
¿Qué pasó con las investigaciones sobre el tema en estados como Sinaloa, Tamaulipas y Guanajuato?
3.- Trabajar de manera coordinada entre municipios, estados y el gobierno federal.
¿Así como sucedió en días pasado con el gobierno de Enrique Alfaro en Jalisco?
4.- Mejorar el desempeño de las policías estatales y municipales porque México padece de un déficit de uniformados.
¿Se puede arriesgar la vida y no ser corrupto con un salario promedio mensual según cifras del SESNP de doce mil 800 pesos? El Tren Maya se gastará en una adjudicación directa poco más de 139 mil mdp y no es una obra prioritaria, mejorar las condiciones de la policía sí lo es.
5.- Garantizar los derechos humanos; nada de tortura, ni desapariciones cometidas por fuerzas de seguridad.
Los DH son universales sin exclusión alguna, ¿de dónde o por qué la titular de la CNDH está convencida de la creación de una “Procuraduría de Pobres”?
6.- No olvidarse de las causas que generan la violencia.
La falta de empleo genera violencia.
7.- Poner en el centro de su gobierno, la demanda de seguridad pública, por lo que hay atención directa de las más altas autoridades.
¿Resultados confiables?
8.- Contar con una Guardia Nacional fortalecida.
A más de un año de su creación, falta de recursos y capacitación; fortalecida como la vimos en Apatzingán, Michoacán, donde fueron recibidos a huevazos.
9.- Mejorar las condiciones laborales de los elementos de seguridad pública.
¿En qué van? ¿Ya tienen mejores prestaciones? ¿Subió su nivel de felicidad?
10.- Alentar las iniciativas que están tomando órganos autónomos como la Fiscalía General de la República que está limpiando su estructura, o lo que está realizando el Poder Judicial para mejorar el funcionamiento de los juzgados y el recto proceder de los jueces.
No sólo jueces, funcionarios en general.
Avanzaron poco o nada con su decálogo de seguridad y el que publicó recientemente para enfrentar la nueva realidad parece una mala broma, una mentada de madre; quien lo escribió está muy alejado de la realidad que vivimos y pareciera disfrutar la polarización que se genera con documentos así.
Estoy convencida de que somos más los buenos, los que sabemos trabajar, los que queremos un México próspero, que se acabe la corrupción; que tengamos un Estado de Derecho que nos dé certezas; que se olviden los agravios y el rencor, que se respete la división de poderes, que se respeten los órganos autónomos, que se cumplas las leyes y todo con el único propósito, un mejor país donde vivir… y morir.
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¡Espléndida semana!