La tarde del 10 de marzo de 2020, la Secretaría de Salud del estado confirmó el primer caso de coronavirus en Puebla: un capacitador de Volkswagen de México, proveniente de Italia, quien acudió a una reunión con 40 personas más. Un par de días más tarde, las autoridades anunciaron el segundo y tercer caso. 100 días después, el estado se encuentra sumergido en la llamada Nueva normalidad, con el semáforo epidemiológico en rojo y con más de cinco mil 571 casos acumulados y 733 defunciones.

Desde entonces, el virus no ha cedido ni un ápice. De acuerdo con la Secretaría de Salud, en los últimos 15 días hay un incremento en los casos activos, hospitalizados e intubados para su respiración mecánica. Las esperanzas de vida son poco alentadoras.

A lo largo de la pandemia en la entidad, los poblanos pasamos del miedo al contagio a la incredulidad de la enfermedad. El confinamiento domiciliario duró escasamente un mes, mientras el resto del tiempo, los poblanos hemos desafiado, de manera irresponsable, al virus:

Reuniones familiares y con personas ajenas a la vivienda, escapadas a los mercados y centros comerciales, visitas a amigos que también están en cuarentena, cascaritas de futbol en las unidades habitacionales, largas filas afuera de bancos y tiendas de pasteles o pizzas, y hasta asistencia a velorios y sepelios con más de 50 personas, han sido las formas más comunes de burlar a la autoridad para salir del encierro.

Ante ello, el gobierno de Puebla ha dispuesto un sin fin de medidas de prevención, higiene y seguridad para evitar la propagación del coronavirus en la entidad. Decretos van y vienen, sanciones económicas y hasta administrativas por desacato de la autoridad. En este espacio hemos dado cuenta de ello.

Pero seguimos sin entender al virus, seguimos sin domar la curva y, lo más importante, seguimos ignorando abiertamente lo que cada mañana dice el gobernador Luis Miguel Barbosa: el coronavirus sí mata, y sin las atenciones necesarias, terminará con todos. La responsabilidad de cuidar la salud de las personas es la propia gente, y no del gobierno.

Hasta ahora, el mejor mensaje de las autoridades sanitarias ha sido #QuédateEnCasa, diseñado para aquellas personas cuyas actividades laborales permiten hacer cambios en su rutina. Pero el eco a esta recomendación se apagó. Su resultado está a la vista de todos con la saturación de los servicios médicos, farmacéuticos y funerarios. 

En 100 días, los poblanos descubrimos que el coronavirus no se cura con un caldo de pollo, que es una enfermedad que sí le da a los pobres –y no “solo a los ricos”– y que además, no se evita cargando un escapulario o una medallita milagrosa en el bolsillo.

El “bicho ese”, como llamamos con cariño a la enfermedad que ya nos arrebató a 733 poblanos, presenta un índice de 99% de transmisión comunitaria. La pandemia continúa y lo hará con esa mortalidad hasta que nos tomemos en serio que el cuidado de la salud está en nuestras manos. Quien esto escribe espera que sean los primero, y últimos, 100 días del coronavirus en Puebla.

BOCANADA

Marko Cortés, líder nacional del PAN, adelantó que existe una propuesta formal al PRD y MC para ir en alianza parcial en los distritos electorales federales en las elecciones de 2021. En Puebla, el esquema podría repetirse, y lograr así la mayoría de las curules en la Cámara de Diputados: el primer objetivo de este instituto político, y desde donde plantea remar a contracorriente durante la segunda parte del sexenio de Andrés Manuel López Obrador.

 

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS PUEBLA

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