El gobernador Miguel Barbosa dijo hace unas horas que entre él y Fernando Manzanilla no hay agravio alguno.
Y más: “Sigue siendo aliado de Morena”.
Y más: “Seguramente buscará ser candidato dentro de la cuarta transformación. No creo que busque ser candidato de otro partido. Aunque Genoveva Huerta quiera, Fernando Manzanilla es de acá”.
Con esto queda muy claro que el gobernador no estuvo detrás de los ataques y montajes mediáticos en contra del ex secretario de Gobernación.
Quienes se quedaron con las manos llenas de sangre son los únicos responsables.
Manzanilla ha venido diciendo que el gobernador le merece todo su respeto y que de ninguna manera conspirará en su contra.
Ese respeto de ida y vuelta deja en claro que en las elecciones que vienen podrían ir juntos.
Vea el hipócrita lector:
De entrada, Manzanilla regresará a San Lázaro pero no como coordinador de la bancada del antiguo PES.
(Eso le quitaría tiempo para su estrategia rumbo al 21).
Si acaso lo veremos como vicecoordinador del grupo legislativo.
Seguirá viviendo en Puebla y sólo irá a la Ciudad de México a las sesiones ordinarias y extraordinarias.
Iniciará —como ya lo adelantó— una ronda de conversaciones con empresarios, políticos, líderes de colonias, líderes de opinión y otros actores.
¿El fin?
Generar consensos para lo que quiere: ganar la alcaldía de Puebla.
Hay quienes pretenden hacer creer que Manzanilla buscará otros partidos para contender.
Falso.
Siendo morenista, tratará de ser el abanderado de la coalición Morena-PT-PES-Verde.
(El PES muerto se habrá de reinventar en un nuevo PES).
A algunos no les ha de haber gustado nada la declaración del gobernador.
Pensaban que los arteros golpes matarían al ex secretario.
Nada más lejos de eso.
Y no hay que descartar un próximo encuentro entre ambos personajes para consolidar la gran alianza rumbo al 21.
Y es que ya sabemos cómo se mueven las cosas en Morena:
Los aspirantes a la candidatura a la alcaldía tendrán que pasar primero por el filtro del Consejo Estatal de Morena y luego por una encuesta que la dirigencia nacional mandará a hacer.
Una encuesta de a deveras, como en la que ganó el hoy gobernador Barbosa en 2018.
Ese ejercicio demoscópico podría terminar favoreciendo a Manzanilla, pues tanto golpe en su contra hizo dos cosas: lo volvió más mediático y lo victimizó.
Y ya sabemos que los electores suelen solidarizarse con las víctimas.
Al dejar Gobernación tendrá el suficiente tiempo libre para moverse sin candados ni horarios.
Por eso son tan importantes los dichos del gobernador Barbosa.
El PAN tendrá que esperar sentado, así como otros partidos que ni partidos son.
No se dará la esperada traición y mucho menos la conspiración de opereta.
El gobernador y el ex secretario no sólo se llevan bien: están en la ruta de ser aliados.
Muy convenientes aliados para lo que viene.
“Lo que no mata, fortalece”, dicen que escribió Nietzche.
(Digamos que lo escribió pero de una manera muy distinta).
Miguel Barbosa ya tendió la mano.
Manzanilla lo hizo en las entrevistas nacionales previas.
Tic tac, suena el reloj.
¡TODOS SOMOS BROS!
Cosas curiosas de las conspiraciones poblanas: todos los complotistas —por muy ajenos o distanciados que estén— son brothers, hermanitos, bros.
No solo “Eukid Bro” y “Bro Manzanilla” recurrían al “bro” al iniciar sus charlas.
Lo mismo hacían Pedro Gómez —ex director de Puebla Comunicación— y el periodista Rodolfo Ruiz.
Vea el hipócrita lector:
—Mi bro, arráncate con el tema —escribe Pedro.
—Ya hay línea? —pregunta Ruiz.
—Todo listo —asegura el ex funcionario.
Manzanilla le escribe a Eukid:
—Bro
—Adelante —responde Castañón.
—Vete al otro (WhatsApp) —plantea el ex secretario de Gobernación.
Habría que sugerirle al creador de montajes una mayor imaginación para evitar ser exhibido.
Se me ocurre que la próxima historia de ficción inicie con un “mi señor”, “carnalito” o “compadre”.
Tanto “bro” ya es francamente sospechoso.
¿ALDEA O RANCHERÍA?
Irving Vargas es un joven brillante: estudió Derecho en la BUAP y un postgrado en la Universidad Camilo José Cela, de España.
Actualmente estudia la maestría en Políticas Públicas en el ITAM.
Se ha vuelto con los años en un experto en el tema del Derecho electoral y él mismo ha operado en ese sentido en varios momentos de su corta vida.
Que alguien con ese perfil llegue a ser representante del PAN ante el Instituto Electoral del Estado de Puebla es de lo más normal.
Es, incluso, hasta deseable.
El problema que algunos quieren verle a Irving es de lo más aldeano.
Y es que argumentan que como es novio de Genoveva Huerta, dirigente estatal del PAN, está impedido en consecuencia.
Qué corta visión.
Si se aplicara, Irene Montero —la número 2 de Unidas Podemos— no habría sido diputada ni ministra pues su esposo es Pablo Iglesias.
Ahí sí que se podría hablar de nepotismo, pero nadie lo hace porque ella tiene una formación sólida y su propia carrera política.
No hagamos de la aldea una ranchería, señores.
LA RIFA DEL AVIÓN
Dos columnistas cuando menos han escrito en favor de la idea del presidente López Obrador en el sentido de rifar el avión presidencial.
De entrada coinciden en que el huésped del Palacio Nacional acertó al poner en el centro de la discusión un avión extraordinariamente caro y lujoso, metáfora perfecta de los “despreciables” presidentes que lo antecedieron.
Lo que muchos ven mal, mucho lo ven bien.
Y es que nadie metería las manos por el Dreamliner que compró Calderón con dinero público.
Hábil en su narrativa en contra del pasado reciente, AMLO volvió a acertar al ridiculizar un avión tan oneroso como ofensivo.
En la lógica de la rifa han surgido varias voces que incluso hasta aportan ideas nada despreciables.
Una de ellas es la de Antonio Fernández Brito.
En plática reciente, Toño plantea —palabras más, palabras menos— lo siguiente:
“En lugar de que sólo haya un ganador de esta lotería, que ofrezcan 50 o 100 premios en los que se distribuya el valor de la venta que, posterior al sorteo, el gobierno federal saque a remate. Esto significaría que el premio por ganador pudiera ser de 500 o 1000 dólares. Con este mecanismo habrá mayores beneficiados y habría más interés de la gente. ¿Qué se lograría? Evitar que se sigan pagando enormes cantidades por un bien que nunca se utilizará”.
Y pasó a desglosar su idea, pero por falta de espacio la compartiré con el lector en mis próximas entregas.