México y Puebla viven un momento aciago: inseguridad pública, desempleo, carestía, inflación y, en general, crisis social. Atribuir esta situación exclusivamente a Morena y el último año es un despropósito: claro que tienen la responsabilidad actual de gobernar el país y nuestro estado, incluso Puebla capital, pero también hay que decir que este proceso de descomposición viene de varios años atrás, al amparo de gobiernos lo mismo del PRI que del PAN, quienes perdimos la confianza ciudadana.
Como sea, ante el desencanto social evidente, México y Puebla necesitan con apremio una auténtica oposición que rinda frutos y genere esperanza de cambio para la gente; esa oposición tiene que ser, faltaba más, el PAN. Efectivamente, el PRI es un muerto en vida, porque mientras conserve el registro tiene derecho a participar electoralmente, pero quién iba a decirlo: el tricolor es un ente amorfo y desnutrido, pues muchas de sus huestes están hoy de plácemes militando en Morena. Movimiento Ciudadano tiene una fuerza regional no desdeñable, pero mientras sea sólo regional (Jalisco), no aporta mucho. El PRD no existe, incluso está por cambiar el nombre apostando a que la gente se vaya con la finta en una supuesta refundación.
Ahora bien ¿Qué le hace falta a Acción Nacional para capitalizar el descontento del populismo en el gobierno? Al PAN le hacen falta agallas que se traduzcan en un discurso más ágil y oportuno ante las falencias de Morena. Le falta una agenda y narrativa diferente y diferenciable respecto a las políticas públicas fallidas en los tres niveles de gobierno. Por ejemplo, en la capital del estado, estamos presenciando un gobierno municipal catastrófico, quizá el peor que haya visto la ciudad en la historia contemporánea. Ante esto, ni el PAN del ex dirigente municipal Pablo Rodríguez ni el albiazul del actual dirigente espurio han sabido establecer una narrativa clara que permita que los poblanos vean en el partido una opción viable para 2021. De Rodríguez Regordosa ya se sabía que para el primer año de gobierno de Claudia Rivera él estaría dejando el cargo; del segundo, no hay ni medio argumento para defender la estéril e inocua estrategia que acarrea desde que ganó fraudulentamente el Comité Municipal.
En efecto, tenemos un Comité Municipal que se sabe apócrifo y producto de un acuerdo cupular que apenas se sostiene con pinzas. Un comité que para finales del año pasado se preocupó más por las finanzas del partido y los sueldos de la burocracia dorada entrante, que de la ciudad. ¿O acaso alguien se acuerda de una postura específica del espurio respecto al informe de Claudia Rivera? ¿Qué dijo el PAN municipal del desastroso gobierno de Morena? Nada, porque estaban rascando por donde podían los recursos que dicen se llevó y/o gastó el antecesor.
Para el año que comienza la cosa no es muy diferente. Más allá de un par de paupérrimos eventos que con el pretexto de partir una rosca se verificaron con las caras de siempre, el Comité Municipal inició 2020 más preocupado por conservar la chamba de familiares que por denunciar ante los poblanos el abuso perpetrado por los gobiernos de Morena. Y sí, prefieren a punta de tuitazos denunciar una supuesta injusticia con la salida de la cónyuge de un espacio en el Comité Estatal, que solidarizarse con los poblanos por ejemplo en el tema del incremento del trámite de control vehicular o reemplacamiento. Primero la familia y luego el partido es la máxima histórica del Yunque ahora seguida a pie juntillas por algunos en el PAN municipal.
Respecto a las determinaciones que toma el Comité Estatal para nombrar o remover personal burocrático, queda claro que son decisiones estrictamente institucionales y forman parte de una visión y estrategia de quien está a cargo del partido en el estado. Se equivocan quienes creen que el PAN es un nicho patrimonialista y que las decisiones que toman sus dirigentes son parciales o, peor aún, son parte de una política de violencia de género como pretenden hacer creer lo mismo a ilusos que a desilusionados —parafraseando a Gómez Morin—. Alegan en prensa y en redes sociales una salida que se verificó por la vía institucional pero a la par crean órganos antiestatutarios como el chistorete que amasaron en diciembre, al que pomposamente llamaron Consejo Municipal (se vale reír). En última instancia, quien no aporta algo deberá hacerse a un lado para dar cabida a quien sí quiere trabajar ensuciándose los zapatos, hombro con hombro con los ciudadanos.
El PAN, desde el CEN hasta el más pequeño de los comités municipales, debe advertir que es la hora de trabajar y sudar la camiseta. Como partido, debe soslayar esa actitud de jugar a la política y de lanzar tuitazos pseudocríticos al gobierno pensando que con ello está del lado de la gente. Menos política de alcurnia en redes sociales y más trabajo de campo, overol incluido. Sólo así, porque estamos en 2020 y es la hora del PAN para trabajar y certificar la confianza con miras a 2021.