Garganta Profunda
Por: Arturo Luna Silva / @ALunaSilva
Con el cuarto cambio —tras la baja del titular de Infraestructura— en la alineación original del gabinete de Miguel Barbosa, desde que rindió protesta el 1 de agosto, y el octavo, si contamos al equipo que el mismo gobernador perfiló antes de llegar a Casa Aguayo, los pesimistas podrán ver baches en el camino de la 4T poblana. Sin embargo, es más una oportunidad a tiempo para el relanzamiento del barbosismo el próximo año. Diciembre, según versiones que suben y bajan en las redes, los pasillos y las columnas, podría traer más movimientos. Sin embargo, desde enero, 2020 debiera ser el momento de la consolidación plena de la administración estatal. Ahora, con un presupuesto propio, sin hoyos financieros heredados y con un proyecto claro. Ni pretextos, ni lastres, se supone que tendrá más. Y apenas con tiempo, antes de la efervescencia electoral.
Puebla ha vivido, desde julio pasado, con el conflicto poselectoral y luego la tragedia del 24 de diciembre, su etapa más negra.
La inestabilidad ha permeado por igual.
Esa inercia tocó al gobierno actual.
Pero debe terminar.
El año 2020 llega con esa posibilidad de dar por entero la vuelta a esa página.
Sin que se pueda cantar una victoria ni contar con recursos suficientes, por fin la administración barbosista tendrá una Ley de Egresos propia.
Una participación específica de recursos en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF).
Dinero que podrá destinar de acuerdo con su propia proyección.
Desde el principio.
El equipo del gobernador Miguel Barbosa ha tenido la posibilidad de la prueba error y debe ir ahora por la consolidación.
La curva de aprendizaje ya no es excusa.
Se han ido, hasta ahora, Salomón Kuri Contreras y María Concepción Lugo Alarcón, de Administración.
También de la Función Pública estatal, Karen Berlanga Valdés.
Y el miércoles se confirmó la salida de Heliodoro Luna Vite de Infraestructura.
Estos cuatro relevos del gabinete, aunque podrían aumentar, deben dar como resultado uno definitivo.
Un total de 17 titulares de secretarías firmes y dedicados a su trabajo por entero.
También conseguir el desvanecimiento de las revanchas con el pasado.
Si se logran superar.
Debe ser 2020 el año definitivo del barbosismo.
Previo a elecciones, un año completo para construir.
Si no es ahora, podría ya no ser.
ROMERO Y EL BENEFICIO DE LA DUDA
Finalmente y en sintonía con los pronósticos, los diputados locales afines a la Cuarta Transformación (4T) consiguieron los votos para designar a Francisco Romero Serrano como nuevo titular de la Auditoría Superior del Estado (ASE).
Más allá de las analogías con el pasado, en este asunto privó la lógica del poder.
Las reglas no escritas.
Era obvio que el gobernador no iba a permitir que le impusieran auditor.
El paso se ha consumado.
Ahora, corresponden a Romero las tareas y los esfuerzos para legitimarse.
Se le debe dar, en todo caso y por ahora, el beneficio de la duda.
INFRAESTRUCTURA, LA SILLA MALDITA
Con la salida de Heliodoro Luna Vite de la Secretaría de Infraestructura se concreta el tercer cambio en esa dependencia, desde que en el gobierno interino ocupó esa titularidad Antonio Peniche García.
Pero si vamos un poco más atrás, en los 11 meses que van de este 2019, ha habido en Puebla cinco titulares o prospectos en esa secretaría.
No en vano se le conoce con el título muy bien ganado de la silla maldita.
Veamos.
Para el frustrado gabinete de la fallecida gobernadora Martha Erika Alonso, fue nombrada para la entonces Secretaría de Infraestructura, Movilidad y Transportes una mujer: Vilma Cristina López Hernández.
Ella fue removida al tercer día de la llegada del gobierno interino de Guillermo Pacheco Pulido, quien nombró a Peniche.
Ya con el triunfo de Barbosa en la elección extraordinaria, vinieron dos anuncios que luego se cayeron.
Primero se dijo que el titular de la ahora solamente Secretaría de Infraestructura, sería Carlos Francisco Urbina Tanús.
No fue.
Luego, que siempre se nombraría a Francisco Josué Cortés.
Tampoco.
Fue entonces que Luna Vite, hombre de confianza y de muchos años de trabajo al lado del gobernador, se quedó desde el 1 de agosto.
Este miércoles, también se fue.
Sí, es la silla maldita.
El nuevo secretario del área es Juan Daniel Gámez Murillo.
¿Será el definitivo?
Hay maldiciones que duran hasta que llega el exorcismo.
Por si las dudas, nunca estará de más una limpia.