Las Serpientes
Por: Ricardo Morales / @riva_leo
El presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, es sin duda el más poderoso personaje que ha ocupado la famosa “silla del águila” desde hace muchos años.
Su mandato se ha caracterizado por la polarización de la sociedad desde la campaña, dividiendo al país entre fifís y chairos, conservadores y liberales, buenos y malos.
Adicionalmente y aprovechando la enorme popularidad con la cual arribó al poder, López Obrador se permitió tomar una de las decisiones por demás polémicas, como la cancelación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, la cual es sumamente cuestionable y originó la caída de la inversión extranjera en el país.
No obstante todo lo anterior, aunado a la poca transparencia de su administración, la cual se caracteriza por realizar adjudicaciones directas por montos millonarios y su ya característica ironía, el Presidente de la república parecía estar blindado ante cualquier acción de parte de su administración.
Ni las matanzas en Veracruz y posteriormente en Michoacán y Guerrero, parecían derrumbar su popularidad, la cual bajaba pero se volvía a recuperar con alguna acción en el combate a la corrupción, tal y como ocurrió con la orden de aprehensión girada en contra del ex director de Pemex, Emilio Lozoya Austin, o la detención de la ex titular de la Sedatu, Rosario Robles, las que le devolvían los puntos perdidos.
Pero sin lugar a dudas lo ocurrido en Culiacán, Sinaloa, la semana pasada, constituye el Waterloo de un personaje, el cual lucía simplemente blindado y a prueba de todos.
La debilidad mostrada ante el hijo del capo más peligroso del mundo y sobre todo el fallido operativo llevado a cabo para su captura y posterior liberación, al parecer sí constituyen un duro golpe en contra de la popularidad del Presidente, quien fiel a su estilo reaccionó con su tradicional soberbia al negarse a entregar la cabeza de su secretario de Seguridad, Alfonso Durazo.
Ahora sí parece que la inmaculada aureola del titular del Ejecutivo federal parece haberse manchado, pues para una buena parte de la sociedad la decisión de liberar al hijo del Chapo, Ovidio Guzmán, fue un error y evidenció la debilidad del Estado ante el crimen organizado.
Si bien es cierto que se busca justificar esta acción bajo el argumento de que se salvaron miles de vidas, la verdad es que el fallido operativo dejó ver la poca preparación que tiene la mal llamada Guardia Nacional, la cual está perfecta para servir de muro en la frontera sur, frenando la entrada de migrantes, pero ya se vio que no funciona para hacer frente a la delincuencia.
Ahora no sólo el Presidente de la república se ve vulnerado junto con el Estado, sino también la imagen del Ejército mexicano, la única institución que más o menos gozaba de la confianza de la sociedad, la cual se mantiene incrédula ante las imágenes que se vivieron en Sinaloa.
Y hablando del Ejército, será muy interesante ver cuál será la reacción de las Fuerzas Armadas, la cuales no sólo quedaron en ridículo, sino que también vieron amenazada la vida de sus familiares, hecho inédito que difícilmente lo van a poder olvidar y que crea un ambiente muy peligroso en el futuro para definir la relación entre el jefe supremo y sus subordinados.
Este es el clima social en el cual se vive hoy en el país, donde hay un sentimiento de desesperanza por más que el titular del Ejecutivo federal nos diga que vamos re-que-te bien y que todos estamos felices y contentos.
Lo que se viene no será nada fácil para el país, ya que se pronostica la llegada de una recesión internacional, la cual le quita al sueño al secretario de Hacienda y si a él le da insomnio, pues a agarrarse porque lo que se avecina no puede ser para nada bueno.
Sin duda, Culiacán marcará un antes y un después en la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, cuyo blindaje a prueba de balas se vio vulnerado mucho antes de lo que muchos pudieran pronosticar.
Y a ver cómo se pone este 2020 que se avecina, cuando la prioridad será la seguridad y la economía.