Las Serpientes
Por: Ricardo Morales – @riva_leo
El incremento a la tarifa del transporte público en Puebla es un duro golpe a la economía de los poblanos, ya que más de 70% en Puebla capital utiliza este sistema para trasladarse.
Estaba más que cantado que se daría el incremento a la tarifa, lo que no se conocía era en qué dimensión hasta el lunes, cuando se determinó que sería de dos pesos con 50 centavos, lo cual parece justo para los transportistas, no así para los usuarios que verán duramente afectada su economía.
La decisión es en sí dolorosa para la administración que recién arranca y toma una medida por demás impopular; sin duda, mermará también la popularidad del gobernante en turno, quien tendrá que absorber el costo político de esta medida.
Pero más allá del golpe al bolsillo de los poblanos, en lo que debe trabajar la administración barbosista es que realmente haya un beneficio para la población que utiliza el sistema de transporte público en Puebla y que está cansada de escuchar promesas cada vez que se autoriza un incremento.zz
Sexenio tras sexenio siempre se ha escuchado la famosa promesa de que ahora si los transportistas van a modernizar las unidades que son verdadera chatarra ambulante y que ahora si manejarán con precaución, mantendrán limpias las unidades y también los operadores tendrán una mejor apariencia.
Lo cierto es que estas promesas nunca se cumplen o se cumplen sólo parcialmente, ya que en unos meses se regresa a lo mismo: “carreritas” provocadas por la “guerra de la plata” para ganarse al pasaje y un sinfín de atropellos, aderezados ahora por la ola de asaltos al transporte público.
Es aquí en donde la Secretaría del Transporte, al mando de Guillermo Aréchiga Santamaría, debe poner mano dura y no solapar a los señores transportistas.
Ello implica poner fin a la enorme corrupción en el transporte público poblano, donde casi todos los funcionarios que han desfilado por estas dependencias terminan “hinchados de lana” por las “cuotas” que se pagan para tolerar todo eso, sumado al pirataje y a la operación de mototaxis en el interior del estado.
El chiapaneco Yassir Vázquez Hernández deberá demostrar de verdad de qué está hecho y dejar en claro si llegó a esta dependencia para operar políticamente, como siempre se ha hecho con los transportistas, o si de verdad tiene la intención de trabajar y meter en orden al sistema, lo cual francamente no lo creo.
A diario en la ciudad de Puebla se generan nada más que un total de tres millones 640 mil viajes, lo cual representa una verdadera mina de oro, tanto para los concesionarios como para el gobierno.
De acuerdo con las últimas estimaciones, en Puebla capital circulan alrededor de 10 mil unidades que ya están viejas y que deben ser retiradas de la circulación. Ahí está un enorme reto por delante.
En lo personal, creo que antes de haberse aceptado el incremento a la tarifa del transporte público primero se debió haber negociado el cambio de estas 10 mil unidades que ya no pueden circular por las calles de Puebla.
También se les debe obligar a los señores concesionarios a garantizar la seguridad de sus usuarios, a través de la instalación de cámaras de videovigilancia y botones de pánico conectados al centro de mando del C5.
Algo que tampoco debe pasar desapercibido es que se les deben dar prestaciones y seguridad social a los trabajadores del volante, los cuales también, como marcan las normas internacionales, no deberían trabajar más de seis horas en una de las actividades más estresantes y desgastantes que existen en México.
Finalmente, tanto Aréchiga como Yassir Vázquez deberían convocar a que se levante un nuevo padrón de concesionarios, para saber en términos reales cuántas unidades reales forman parte del parque vehicular del sistema de transporte en todo el estado.