No quiero tu piropo
Quiero que te mueras

Manifestante

(A la nueva bruja y ella sabe quién es…)

República Restaurada
Por Víctor Baca

Desde Max Weber se reconocía, al menos teóricamente, que el monopolio de la violencia lo detenta el estado. Sin embargo, Benjamin admite que la violencia sólo puede ser buscada en el reino de los medios y no en el de los fines. Derecho y justicia como partes encontradas. De ahí que cuando el objeto es un reclamo de justicia, la legitimidad del acto se procura de inmediato.

El viejo renano, así me encanta llamarlo, pensaba la historia como partera de la historia. Y la historia siempre pretende perseguir los sueños justos y su legitimación es recíproca. Pero en la crítica de Arendt el discurso sobre la violencia queda atrapado en una contradicción básica que puede ser enunciada de la siguiente manera: “se necesita de la violencia para abolir la violencia”. Y es muy asertiva cuando afirma que “la actividad política, si no es acción directa, violenta, debe entenderse o como la preparación de la violencia futura, o como la consecuencia de la violencia pasada”.

Por eso debemos entender que la violencia de la que han sido objeto las mujeres, no tiene dos formas de manifestar su repudio. Los ejemplos crecen y cada vez resultan más crudos. La acción política no siempre es la que nos satisface e incluso en muchos momentos nos resulta incompatible, pero debemos ver los acontecimientos desde el fondo, puesto que las superficies siempre son demasiado contundentes y poco comprensivas. No es el hecho de pintar o no un monumento histórico. Tampoco si rompieron cristales, la realidad está más allá. Podríamos parafrasear diciendo, tal parece que “la violencia está en otra parte” …

La violencia, además de la física, tiene muchos rostros, incluyendo aquellas que les propician las propias mujeres, lo cual agrava la problemática. Alguna diputada, en torno al aborto, manifestando, no son criminales, pero deben de compensar con trabajo social, o el de alguna periodista que lo ocupa para otros fines o de muchas mujeres que afirman que las apoyan, pero están en desacuerdo con los actos violentos y vandálicos. O las que manifiestan su espíritu de sororidad denostando a otras mujeres. Las contradicciones son muy fuertes, pero por fortuna las que revisan su historia y conciencia saben que van por el camino correcto: algo debe de cambiar (a cualquier precio para que cambie todo).

Si bien el monopolio de la violencia lo pertenece al estado, las mujeres deben de ser parte de él. Sin perder de vista que es un medio, pero que el fin es la justicia y si el derecho, casi siempre defensor del statu quo debe cambiar, pues esto se cumplirá con los instrumentos que estén más a la mano. La calle, tomar la calle siempre logra visibilidad y delatar a las que la hipocresía siempre las alienta… es tiempo de las mujeres y ella tienen la palabra (y los actos).