República Restaurada
Por Víctor Baca
El rector va a la calle y encuentra la universidad. En efecto, está en la plaza del Zócalo. Barbosa sabe que la universidad no se agota en sus muros. Encuentra a los muchachos organizados del frente estudiantil. Organización que siempre convoca los alumnos rechazados por la Máxima casa de estudios del estado (en crisis, por cierto, pero esa es otra historia). Lo importante fue el gesto. Nunca un gobernador lo había hecho. Porque no fueron los muchachos los que buscaron audiencia: él fue quien la propició. El diálogo de un gobernador con los jóvenes es una extrañeza en la historia poblana, al menos de esa manera. Y que sea en los terrenos de los jóvenes, no es sino merecedor de elogio (y no exagero). ¿Les iba a resolver su asunto? Es probable que no. ¿Les prometió lago que no estuviera en sus manos? No, simplemente, los escuchó, los aconsejó, les pidió que se procuren y no se expongan de manera innecesaria.
Eso sí, mandó un mensaje, no sólo al rector (que en absoluto es injerencia o violación a la autonomía: es acompañamiento) sino a todos los hombres que lo rodean (que ya he dicho, por desventura, no son necesariamente los mejores) de que no hay servidor público inalcanzable (ya ven) y más allá de los martes que habrá audiencia pública: el gesto del rector es una buena manera de decirles a todos: tenemos que estar en donde nos necesitan, la oficina no lo es todo, ni los escritorios…
El gobernador está atento a lo que pasa en Puebla. Cosas que todos sabemos peor no se atreven a comentar con él. Sabe que después de una desgastante campaña, hacia adentro y afuera del partido, su imagen se puso en tela de juicio. Tal vez llegó a Puebla un poco tarde (los gobiernos morenogalistas y aun antes lastimaron demasiado las estructuras socioeconómicas y las relaciones sociales) pero trabaja para legitimarse y eso es otro gesto de indudable valía: el hombre está haciendo política y eso no lo pueden hacer todos.
Y no es populismo, es animo popular de gobernar. Esa es la piedra y los que hará distinguir a su gobierno de los anteriores. Será como decía el maestro Cosío Villegas “su estilo personal de gobernar”. Puebla requiere muchas cosas y no sé si se logren, pero de que está marcando camino, no hay duda.
El gobernador Barbosa debe contagiar a sus hombres y mujeres del gabinete de que no sólo administren los asuntos de su competencia o asistan a los martes, sino que por su parte aporten, ese extra tan necesario en un gobierno naciente, que quiere comprometerse con la historia. Y no se trata de salir tarde de la oficina sino de gastar sus zapatos o como ha dicho el presidente, gastarse las suelas de sus zapatos. Con el tiempo aprenderán el camino del gobernador de ir hacia donde se requiere el diálogo y la atención: Puebla no puede esperar y a veces da la impresión que sólo Barbosa lo sabe…