Mesa Cuadrada
Por: Gabriel Reyes Cardoso / @GabrielReyesCa3
Acudimos a la historia para no perder el rumbo, pero olvidamos que la historia es una línea recta en cuanto al relato, aunque dista mucho de serlo en cuanto a la evolución.
Una etapa continúa o cancela la anterior. Por eso el destino es consecuencia, contradice o promueve, pero nunca será el mismo establecido en el origen. Así caminan los pueblos.
La explicación moralmente válida se aloja en el derecho a la autodeterminación y a la inevitable improvisación.
La Cuarta Transformación se funda en ese derecho y establece como destino algo radicalmente diferente a lo que aún existe en el país.
Sus principales promotores en MORENA deben cursar un proceso parecido y manifestarlo rápidamente antes que su origen les traicione o se contaminen con la suciedad que han comprometido limpiar.
Quienes votamos por esta transformación lo hicimos conscientes de que el país necesitaba un esfuerzo superior al de cualquier partido y una alianza que superara soberbias y egos. La victoria electoral del Presidente López Obrador reflejó una diversidad que inteligentemente integró una decisión colectiva sobre la idea de ser el principio, no el fin.
Por eso, ahora que son gobierno, necesitan nuevas percepciones para relevar al sistema político que por podrido se tornó ineficaz e inconveniente, pero no deben quedarse en la denuncia.
Y si la victoria fue plural, el gobierno también. Los de MORENA deben entenderlo y aceptarlo. Si se gobierna para todos, se integran a todos. Hacerlo requiere unidad interna y externa.
Ya son visibles intrigas y acciones que dividen a quienes solicitaron una sola unidad y una sola fortaleza. Se perciben también en diferentes instancias y regiones rasgos de la mala conducta que nos ofrecieron cancelar.
Revelan por momentos que el tan presumible ADN sigue siendo fusión inacabada y poco definida de los orígenes políticos de quienes vencieron sus propios orgullos y disimularon su cinismo para migrar al ahora, aparentemente todo poderoso movimiento triunfante.
Liderazgo hay. Falta una estructura que respalde y complemente con inteligencia propia. No es útil para nadie dejar solo al Presidente López Obrador. No es sano acompañarlo solo en las buenas intenciones, en los mítines con bailongo o en las encuestas a mano alzada.
Morena debe ubicarse en el destino que el voto popular le confió y debe aprovechar la fuerza que militancias ajenas le dieron para impulsar nuevas esperanzas que ahora están detenidas.
Es hora de recuperar el destino, el destino que ellos ofrecieron, que urge a todos y que no se agota en solo desterrar a los corruptos ni echarles la culpa de todo, que por supuesto tienen. Los escándalos disfrazan y entretienen, pero no pueden utilizarse para siempre.
El destino era una nueva organización con nuevas estrategias que cambiarían radicalmente las circunstancias negativas en que viven la mayoría de las familias mexicanas, y ya es hora de utilizar la enorme confianza que les tenemos para suplir y substituir esas realidades fifís, neoliberales o conservadoras, el nombre es lo de menos, lo importante es hacerlo.