La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía
Imposible no hablar del cambio generado a partir del triunfo en las urnas de Andrés Manuel López Obrador.
Sería mezquino no hacerlo.
Pero vayamos a los antecedentes.
AMLO ganó las elecciones en 2006, pero su triunfo le fue arrebatado.
Durante doce años más, perseveró día y noche.
No fue nada fácil, sobre todo con la operación del corazón a la que se sometió.
Y cuando todo parecía acabado, vino el sprint final.
AMLO recuperó la fuerza física necesaria para imponerse en las elecciones de 2018.
Algo similar le ocurrió a Miguel Barbosa Huerta, quien ha demostrado una fortaleza inédita para darle varias vueltas al estado en un contexto complicado.
Su ritmo de trabajo es brutal.
Vea el hipócrita lector: se levanta temprano, se va de gira, regresa por la noche, encabeza acuerdos, reuniones, cenas. Y todo con una gran capacidad para la conversación y la ironía.
El poder —es un lugar común decirlo— suele ser la mejor vitamina.
Reactiva el alma y la mente.
Aleja el mal humor.
Le da certidumbre a las decisiones.
Cuando algunas voces dicen que el gobernador electo no consulta a nadie, mienten parcialmente.
Primero hace la semblanza a solas, y luego cruza algunos nombres con su mujer: doña Rosario.
Y ahí se queda el secreto: en ese espacio cotidiano en el que ambos se mueven.
El gobernador y doña Rosario son dos personas distintas metidas en un solo proyecto.
Así los hemos visto en los últimos veinte meses.
Así los seguiremos viendo.
Regreso a López Obrador.
Hace un año ganó las elecciones gracias a que los astros se le alinearon y, gracias también, a que los ciudadanos estaban hartos del PRI y el PAN.
A partir de entonces empezó a gobernar.
Peña Nieto, faltaba más, tiró un arpa que ya aborrecía.
Un arpa desafinada y sucia.
Nada quería saber de ella cuando trascendió que AMLO había arrasado.
Primero le cedió el espacio mediático.
Luego, entregó las llaves de Palacio Nacional, al que la familia presidencial se irá a vivir en unos días.
Cambiar el régimen no se hace de un día a otro.
Como diría Gibrán Ramírez, talentosísimo politólogo adicto a la Cuarta Transformación: “Disculpen las molestias, esto es un cambio de régimen”.
Desmontar un régimen es complicadísimo porque quienes lo armaron lo blindaron durante décadas.
Poco a poco le fueron poniendo candados a todo.
Luego tiraron las llaves al drenaje y mataron al cerrajero.
Desmontar el régimen para cambiarlo requiere encontrar las llaves en las miasmas y revivir al cerrajero muerto.
No es tarea fácil.
El presidente López Obrador es una buena persona.
Sé que dirán que eso no basta.
Estoy de acuerdo: no basta, pero cómo importa que el presidente de la República sea un buen hombre.
Y es que los buenos hombres —sobre todo si son tercos, obcecados— pueden cambiar todo.
Y si esos buenos hombres—tercos, obcecados— son además honestos, la cosa irá mejor.
No me detendré en este espacio para hablar de lo bueno y lo malo de este muy joven gobierno.
Es muy pronto para juzgarlo.
Y ocioso a veces.
Lo que importan son el arranque, la operación para desmontar el régimen y el adiós a las prebendas al poder fáctico.
Lo demás vendrá en consecuencia.
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Acosos de Opereta en San Pedro Cholula
La directora de Desarrollo Social del municipio de San Pedro Cholula, Cecilia Monzón, vive un acoso laboral tolerado por el propio alcalde Luis Alberto Arriaga.
Tres regidoras encabezadas por la “Muñe” —hermana del diputado José Juan Espinosa— han hecho equipo con la sindico municipal.
El fin: echar del ayuntamiento a Ceci Monzón.
Todos los días, a todas horas, la “Muñe” y sus amiguis conspiran en contra de la funcionaria.
Y ya están por lograr su cometido: defenestrarla de la forma más vulgar.
Han hecho todo para ello.
Un ejemplo: hasta hoy no le han aprobado el presupuesto destinado por ley a su dependencia.
No obstante eso, Ceci Monzón y su equipo han aplicado 631 cuestionarios de información socioeconómica en las 4 zonas de atención prioritaria del municipio, en un barrido casa por casa.
Ahí detectaron 51 casos de atención prioritaria, entre los que se encuentran personas con discapacidad, hacinamiento y hasta niños y niñas sin ropa.
Realizaron los foros metropolitanos de desarrollo social, que se convirtieron en los foros Intermunicipales de Bienestar, en donde se capacita a los secretarios directores y regidores en materia de desarrollo social.
Gestionaron, además, la entrega de despensas y aparatos ortopédicos con el gobierno estatal y donadores privados para la atención de casos prioritarios..
Me detengo.
No cabrían en esta columna los trabajos de Ceci y su equipo.
Y sin pedir un solo peso prestado.
Por eso es ridícula la embestida auspiciada por la “Muñe” y solapada por Arriaga.
No se dan cuenta de que las víctimas son los más pobres del municipio.
Allá ellos y su mala —pésima— conciencia.