La Mirada Crítica
Por: Román Sánchez Zamora 

I

Daniel tomó su boleta de votación y pensó en el candidato 1.

Su compadre estaba allí, en la planilla, de los cercanos sabía que le iría bien.

A la semana siguiente fue a ver su compadre Luis, y este le mando a avisar que lo disculpara, que saldría a la capital a hablar con algunos Ministros generales, por encargo del nuevo ministro de la comunidad.

-Bueno, con unos días más estoy seguro me llamará-

Paso la toma de protesta, los nuevos ministros locales tomaron posesión y vinieron las fotos, los brindis, las fiestas, las decisiones, las escoltas…

-Dígale que su compadre Daniel está aquí- le dijo en tono imperativo a la secretaria la cual, sin velo, tomó un papel y entro a la oficina del ministro.

-¿Qué hacemos?- le dijo a su consejero Gilberto-

Este se tomó la barbilla, dio dos pasos y dijo…-yo saldré-… y así lo hizo. Con ligereza lo tomó del hombro y le abrazó.

-Abogado ilustre, un honor saludarle.
El ministro no puede recibirlo pues está en varios asuntos de las lluvias, gran parte de la costa tiene problemas, pero ya me dijo que te atienda y ven la próxima semana, él te tiene una sorpresa-.

El abogado salió, contento, como si los ángeles le hubieran tocado la frente. Fue a tomar unas copas con sus amigos y daba cargos desde proveedores, hasta chofer, los tragos corrieron a costa del tendero el cual sería el proveedor de la dependencia de su compadre.

-¿Recuerdas que venias a tomar y éramos todos de prepa?- le dijo sonriendo y levantando la copa que se desbordaba de vino –claro que sí, mi Danielis… sí, él ni un clavo tenía y mira ahora el ministro más importante del gabinete-.

Pasaron dos meses, tres, un año. Daniel ya no pasaba por esa esquina por la pena que le daba por esa noche en que todo fue alegría, una alegría ajena, vivida ahora en una resaca que había durado mucho.

Daniel seguía litigando por su cuenta, revisaba unos documentos y escuchó una música muy fuerte en esa esquina de la calzada de los Fundadores, que iniciaba en el Centro de concejales y terminaba en el Ministerio de Justicia. Eran Gilberto y su compadre Luis, en la parte trasera de una camioneta, tomaban y gritaban. Se quedaron fríos al verlo, como si una vieja deuda estuviera en sus vidas, de esas que hay que pagar, pero que no hay ánimo de liquidar.

Gilberto cerró la ventanilla -listo, desapareció, esto va más allá del mugroso pasado…- dijo Gilberto a Luis y siguieron en la fiesta, encerrados en el cristal blindado, en un hueco obscuro de la sociedad, donde ellos inventaban su propia realidad…

II

Daniel tomó su boleta y pensó en el candidato 2

Un hombre muy conservador, universitario de amistades muy limitadas, pues su papá decía que un día saldrían de ese asqueroso lugar, que debían irse a la capital y allí debía ser industrial. Poco fue el gusto pues murió al año siguiente su padre, su madre a los 6 meses siguientes.

Viviría de su herencia, nunca pasó penas, puso una empresa y nunca debió algo a alguien, iba a los actos religiosos cada semana, se casó con una chica que allí conoció a los tres años. Muchas decían que era el hombre ideal.

Como primer ministro, la gente lo sentía el personaje ideal, una esposa, dos hijos, todos siempre muy bien vestidos…

La gente lo seguía, y hasta muchos lo ponían como ejemplo.

El Ministerio de Bombas y agua un día lo cerraron, no hubo servicio, un día, dos días… tres días… al quinto llegaron las boletas de cobro, nadie entendía, los concejales fueron a ver al primer ministro…

-No tengo nada que ver con ello, al contrario ustedes votaron en favor hace un año ¿O ya no recuerdan el bono que se les dio?- les dijo irónico y burlesco.

Todos mandaron traer a sus cuerpos técnicos y revisaron, se habían cedido los derechos por 50 años a una empresa privada de reciente formación, que tenía un domicilio donde estaba una casa en ruinas. ¡Y nadie se había dado cuenta!

-Con esto nos iremos a la capital, como mi señor padre quería, ¿estos mugrosos qué pensaban que estaba contento de vivir aquí? Yo pertenezco al jet set internacional, mis hijos se irán al Gran y Real Internado de la Reina, el más caro y exclusivo, seguro estoy que mi papá estaría orgulloso de mí.-

III

Daniel se quedó dormido hasta medio día y más tarde fue al mercado, más tarde a una reunión familiar, más tarde, salió de la población y regresó al día siguiente, como en otros años, y otras elecciones, Daniel no votó.

Tomó el periódico al día siguiente

–Como siempre ganó el mismo partido, bola de corruptos- tiró el periódico y se fue a su despacho.

-Abogado, llegó la invitación para que vaya usted a la toma de protesta-

-Oh sí, Rosita, recuérdame un día antes y por favor dile al sastre que venga mañana a tomarme medidas, siempre es bueno ir a ver a esos políticos que creen que todo esto va a cambiar y al final del periodo, quieren ser mis socios en el negocio, ilusos-.

IV

Daniel tomó su boleta y votó por el candidato 3.

Un tanto impopular, tenía un genio un tanto huraño, pero se sabía que venía de origen medio.

Ganó por unos cuantos votos, los partidos políticos entraron en disputa y acordaron que los concejales mandaran a otro como ministro. La gente no pudo hacer mucho, hasta que la corte central mando a reponer el proceso y varios fueron a la cárcel.

Daniel, el abogado, fue llamado por su compadre Luis y le dijo –Compadre, apóyanos, acepta ser el candidato-

-¿Yo…? Ni político soy-.

Dos meses después, a pesar de una campaña muy descuidada contra el partido oficial, Daniel tomaba protesta como nuevo primer ministro.

Finales alternos

I

Gilberto y Luis esa tarde chocaron, perdieron la vida. Hasta entonces se supo que eran farmacodependientes.

Esos ecos, quedarían en secreto.

-¡Yo soy Dios…!- gritaba Luis a sus empleados en esas noches de vino y rosas.

II

Los concejales fueron perseguidos como los criminales del siglo. El primer ministro tomó sus ganancias y se fue a otro país. Nadie supo dónde quedó el dinero. Los auditores dijeron que los documentos fueron sustraídos.

El Gabinete central mandó a un primer ministro y tuvieron que pagar el adeudo los contribuyentes.

Los programas para fomentar la riqueza y desarrollo se eliminaron.

De vez en cuando, cada vez que veían en el extranjero a ese ministro ladrón, la gente le gritaba y tenía que salirse del restaurante o del sitio donde estuviera- deberías de regresar lo que robaste y no huir. Nos robaste el futuro-.

Sus hijos nunca regresarían a su país a pesar de los años. También eran recriminados, pero una moneda nunca devolvieron.

-Dios nos ha de juzgar- decían ellos al final de cada día.

III

Daniel siguió siendo proveedor de ese gobierno, siempre serio, siempre discreto. En la intimidad de su privado siempre gritaba que eran unos corruptos y salía como si nada le pesara en la vida.

IV

Daniel de vida media, las comisiones que le hacían llegar del ministerio de construcción, de aguas, de comercio, de aduanas, de derechos, de agricultura.

De todos, los convertía en proyectos productivos por medio de agrupaciones sociales.

Siempre tenía una sonrisa para apoyar a la gente; le pidieron que se reeligiera.

– ¿Y seguir con los lobos que buscan matarme para quedarse lo que a ustedes por derecho les corresponde?

No gracias, me voy a casa-.

Siempre, en cada lugar que llegaba la gente le cedía su mesa, o su asiento, y le pedían que regresara.

-La justa medianía es dar lo que a la gente les corresponde por derecho natural, sin duda que la vida es lo mejor que he tenido- y la muerte en ese instante abrazó a Daniel.

Esa noche fue de duelo nacional.

Epilogo

Todos los días se hace patria con todas las actitudes, no es una cuestión de suerte como lo han querido hacer saber, conocer y que lo hemos aceptado con los años.

¿Se puede cambiar? Todos los días tenemos esa oportunidad y cada día la hemos desperdiciado.