Mesa Cuadrada
Por: Gabriel Reyes Cardoso
La tecnología digital y la comunicación audiovisual han agregado más prisas al malestar de la gente, a su impotencia y a su desesperación, y la ubican en una nueva realidad social de odios y perversiones.
Ninguno está satisfecho ni contento con las condiciones en que vive. El que tiene, quiere tener más o al menos no perder lo que tiene, y el que no tiene, quiere tener.
Pero hay que medir costos y riesgos de esa lucha ahora más intensa, pero menos inteligente.
Urge transformar lo que no ha servido como queríamos sirviera. Urge, pero las urgencias nos pueden llevar a una crisis de mayores confusiones y a un caos de emociones que no siempre integrarán soluciones adecuadas.
Este es el reto para los líderes que gobiernan ahora.
Muchos han llegado al gobierno conduciendo esos odios hacia las urnas electorales. Pero hasta ahora, ninguno ha podido transformar esos odios en energías sociales realmente transformadoras.
Los caminos desde el odio hasta la concordia transitan, necesariamente, por la honestidad y la probabilidad.
Transformar no es sólo acentuar los errores anteriores ni echarles la culpa a quienes condujeron a las naciones en los fangos de la corrupción, el cinismo y la impunidad. Sería solo razón cínica que promueve nuevas formas de corrupción al engañar con metas imposibles o al no tener planes o programas viables para realizarlos.
Transformar exige nuevas razones que promuevan nuevas conductas y colaboraciones para administrar las emociones colectivas y disponerlas en energías diferentes.
Tenemos que aprender a pensar, porque las prisas nos hacen superficiales y porque ya conocemos las causas del porqué estamos como ahora. Lo que sigue es lo más importante.
En los caminos de la 4ta Transformación hay planes y programas, pero estos no se realizarán solos. Se necesitan conductas y colaboraciones inteligentes, oportunas y suficientes de todos.
Habrá que despojarnos de los odios que nos llevaron a las urnas y habrá que intervenir más y mejor en todo lo que nos toca hacer.
No debemos creer en todo lo que nos digan o en todo lo que se oiga. Cada uno debe tener un criterio transformador y diferenciar lo que es urgente de lo que es importante.
Si nada más atendemos las urgencias no llegaremos a transformar radicalmente las condiciones en que operamos como individuos o como sociedad.
Debemos abandonar las razones cínicas, de esperar que echándole la culpa a los anteriores ya estamos transformando, son razones negativas, perniciosas por ligeras, porque la ligereza no es ingrediente de la racionalidad, sólo alcanza apenas a tocar las emociones y las emociones, por mucho que nos embelesen o nos seduzcan, nunca serán socialmente útiles.
Al votar por esta 4ta Transformación hemos tomado el futuro en nuestras propias manos. Después ya no habrá a quién echarle la culpa. La corrupción debe eliminarse a partir de ya no buscar culpables. La impunidad deberá cancelarse a partir de intervenir todos, bien y a tiempo, ya no dejar que otros o el gobierno hagan y resuelvan. El cinismo deberá erradicarse con responsabilidad y actuación. Pero hay que entrarle a nuestros asuntos. Nadie hará mejor lo que nos toca a hacer. No lo olvidemos, porque dejamos que sólo otros hicieran, nos saquearon, traicionaron y sacrificaron.