La cita entre ellos, después de un debate que arropó a su principal adversario, Enrique Cárdenas, y las heridas de la campaña pasada, se dio ayer en un hotel de Angelópolis

Por: Guadalupe Juárez

La tensión era evidente. Carlos Montiel Solana, líder del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), en la esquina derecha del escenario, a veces con los brazos cruzados, y Fernando Treviño Núñez, presidente de la Coparmex, en la otra esquina, titubeante, con la mirada fija en la nada.

El candidato Luis Miguel Barbosa Huerta –que tenía la vista hacia el suelo y asentía o negaba con la cabeza cada intervención– estaba sentado al centro junto a su esposa Rosario.

La cita entre ellos, después de un debate que arropó a su principal adversario, Enrique Cárdenas Sánchez, y las heridas de la campaña pasada, se dio ayer en un hotel de la zona de Angelópolis.

En el lobby, el saludo entre Barbosa Huerta y Montiel Solana es cordial a su llegada. El candidato de la coalición Juntos Haremos Historia es otro, en comparación con el año pasado, y hasta bromea con los fotógrafos que intentaban captar el primer estrechón de manos.

“Quítense o los atropello”, suelta, mientras se abre paso para entrar al salón donde recibirá preguntas de los integrantes de las diferentes cámaras que conforman al CCE.

Pero la incomodidad entre quienes se encontraban en el panel se iría conforme pasaba el tiempo, aunque las mesas del hotel se vacían porque el abanderado dejaría una muestra de que no habría esa relación tensa en caso de gobernar.

—Yo quiero ser su aliado, no estar secuestrado por ustedes —expone mientras los empresarios levantan las cejas y fruncen el ceño. Pero Barbosa continúa. —Véanme como un aliado —les dice antes de plantear que serán tomados en cuenta respecto a varias decisiones de la conformación del gabinete y hasta de un primer borrador del Plan de Desarrollo Estatal.

“Somos sus aliados, cuente con nosotros, así nos vemos, como aliados”, le responde Montiel Solana, quien antes de eso se refería a él como “Luis Miguel” y trataba de apurarlo para que fuera breve en sus respuestas, pero ahora, con calidez, le dice “candidato” en cada intervención.

Con la bandera blanca ondeando en el lugar, Barbosa Huerta se compromete a ser un gestor y un facilitador.

Pero sin que ello signifique que mantengan privilegios, pues al igual que ellos, dialogará con los pequeños empresarios, que no se encuentren afiliados a ninguna cámara y con otras asociaciones.

“Algo que tengan que resolver, confíen en su gobernador, yo seré accesible (…) No requieren privilegios, requieren transparencia en las licitaciones y que el presupuesto se quede en Puebla”, les asegura.

Los empresarios no aplauden, pero los que se encuentran como panelistas sonríen y pareciera estar satisfechos con lo acordado: no habrá auditorías con las que los amenazaban, una invitación directa a la crítica de su gobierno sin represalias, un diálogo permanente, incentivar el turismo, colaboración en programas para combatir la pobreza y hasta solucionar el ambulantaje.

Así, dice que ayudará a la presidenta municipal de la capital a buscar una solución en la que impulsen la actividad comercial formal y den opciones a los comerciantes informales.