Por: Plácido Meléndez Rodríguez/ Agencia Notimex
Con origen mesoamericano y exclusivo de México, el tejido en curva, casi desaparecido durante los últimos 50 años, ha sido rescatado por Ilan Cruz, un artista textil originario de la comunidad de Tlacomulco, Huauchinango, en la Sierra Norte de Puebla.
En entrevista con Notimex, el joven emprendedor de 22 años de edad, explicó en torno a esta técnica de tejido, única en el mundo, y utilizada para hacer el quechquémitl, prenda femenina indígena, en forma de capa y con abertura en la parte superior, de alto valor para coleccionistas de todas latitudes y también como pieza de museo, así como en la vestimenta indígena.
Dedicado al telar de cintura, y de visita en Monterrey para una exposición de arte textil en el Museo de Historia Mexicana, indicó que la técnica del tejido en curva “es única de Mesoamérica, se desarrolló justamente en la Sierra de Puebla y en el sur de la Huasteca, es una técnica muy compleja”.
“El tejido en curva consiste en crear una parte de la urdimbre, que son los hilos que están de forma vertical y se conviertan en trama, que son los hilos que están en forma horizontal y crea el efecto de curva, una parte de la tela se observe que tiene una forma redondeada y de un efecto de curvatura la pieza”, explicó.
Detalló que la técnica se empezó a investigar en la década de 1950 y desde entonces se reconocía que estaba en peligro de desaparecer, “había muy pocas personas que la trabajaban y por lo mismo de su complejidad, ya no había tanta gente que la hiciera”.
“En los setentas y ochentas, la técnica desapareció en parte de la Sierra de Puebla y sólo algunas comunidades lo sabían trabajar y eran personas muy ancianas que justamente sabían la técnica, pero no la podían heredar, porque no toda la gente quería aprender, la técnica yo la rescaté hace un par de meses”, refirió.
“La técnica tuvo un proceso de rescate muy reciente, fue de hace algunos meses, fue un trabajo colaborativo con varios museos, también en la comunidad, hubo un proceso de investigación muy grande, durante un año, y medio año de práctica”, señaló.
Agregó que “para poder hacer la pieza, justamente se investigaron los materiales, los métodos de tinción, las fibras y todo un proceso, tal cual, de materia prima, después hubo un proceso de tejido y ya al último, los procesos de ornamentación en las piezas”.
Para el tejido en curva, explicó, “podemos emplear materiales como el algodón y la lana, el algodón siempre va a ser en un tono crudo y la lana va a estar teñida con tintes naturales, estos pueden ser grana cochinilla, añil, o alguna otra planta que nos ayude a obtener colores como lo son el rojo, el azul, el amarillo, etcétera”.
El rescate de esta técnica de tejido telar “es muy bonita e interesante también, yo escuchaba a hablar a mis abuelos de piezas textiles que ellos vieron cuando estaban pequeños, que eran piezas extremadamente bonitas y una de ellas era justamente el quechquémitl en curva”, mencionó.
“Ellos decían que había una pieza que utilizaban las mujeres mayores en su infancia, que parecía que era como una capa que tenía un arcoíris alrededor de ella, y me llamó mucha la atención esa narración y les empecé a preguntar más y más y más”, relató.
Al mismo tiempo, añadió Ilan, “me empecé a acercar a gente mayor y preguntarle justamente por esta pieza, ellos me decían que sí veían a sus mamás tejer la técnica, tejer el quechquémitl, pero ellas no sabían”.
Sin embargo, prosiguió, “de los recuerdos que ellas tenían, de las formas que ellas tenían en su mente y también del acercamiento con otros museos, como es el Museo Nacional de Antropología y el Museo del IMPI, tuve la oportunidad de ver algunos telares y algunas piezas y de esta forma poder rescatar la técnica”.
De esta manera, “el rescate de este tejido fue justamente, escuchar las narraciones de mis abuelos y de gente mayor de mi comunidad, entonces ellos me decían cómo veían los telares, qué clores tenían, qué formas tenían y ya entonces me acerqué a otros museos”, dijo.
En dichos museos “tenían los telares no terminados, sino como se observa en esta muestra, que están a la mitad, y yo pude ver la técnica, la forma y de observar el acomodo de las maderas, el acomodo de los hilos y el acomodo del telar en sí, tuve un proceso, me imaginé la tela durante medio año, hilo por hilo, fibra por fibra, forma por forma, hasta poder rescatar la técnica”, dijo.
“Una vez teniendo todo esto, decidí empezar a tejerlo y conforme yo iba pensando, iba formando toda la tela, iba dándole forma al quechquémitl que puede tener formas similares, algunas curvas más anchas, otras más cortas, pero ese depende mucho de la región, de la comunidad”, detalló.
Dentro de este largo proceso aprendizaje, “yo ya tenía nociones de tejido, porque mi familia se dedica justamente a eso, a tejer lienzos, para enredos, o rebozos o piezas que utilizan en la comunidad y bueno, yo ya tejía desde antes, eso facilitó muchísimo”, abundó.
“Hubo un año de trabajo en campo y también en los museos, en los acervos de textiles, que tuve el acceso a poder observarlos y poder estudiarlos, y una vez que pasó todo este proceso, de un año de investigación, me llevó la práctica durante un año para poder crear una pieza de este tipo”, dijo.
Aseguró que “hay registros de que este tipo de tejidos se utilizaba en varias partes del país, durante los sesentas y cincuentas se tuvo el registro de que solamente la Sierra de Puebla y el sur de la Huasteca lo practicaban y hoy en la actualidad sólo la Sierra de Puebla tiene pocas personas que trabajan en este tejido”.
El tejido en curva, “hay varias formas de trabajarlo, y justamente yo practico una, y hay algunos otros pueblos donde practican otras variantes de este tejido, como el quechquémitl de Cuetzalan, de Pantepec, Puebla y el mío, que es de la región de Huauchinango”, apuntó.
“El quechquémitl es una prenda femenina que se utiliza en varios momentos, puede ser algunos de fiesta o de uso diario, toda va a depender de la ornamentación que tenga la pieza”, comentó el artista textil, quien también realiza estudios universitarios de Antropología Social en la Ciudad de México.
La pieza se utilizaba antes de la blusa y cubría la mayor parte del cuerpo femenino de las indígenas, quienes utilizaban además un enredo textil como parte de su vestimenta, describió el joven integrante de una comunidad de náhuatl hablantes.
El tejido en curva actualmente se utiliza sólo para elaborar el quechquémitl, aunque “en la antigüedad parece ser que también se utilizaba sobre algunos otros objetos de decoración, como los son manteles, tilmas, pero hoy en día sólo se utiliza para esta pieza y es justamente la pieza de rescate que yo he hecho y he trabajado en ella y es un orgullo haberlo hecho”, enfatizó.
“Es un tejido muy antiguo, por la complejidad de este trabajo, era que muy poca gente sabía trabajarlo, y eso ocasionó también a que durante un tiempo estuviera en desuso y justamente el trabajo que estamos haciendo es para volverlo a integrar a la comunidad y que la comunidad sepa que tiene que sentir orgullosa por el trabajo de sus abuelos”, subrayó.
Ciertamente, añadió, “hubo un momento en el cual esta técnica estuvo presente en nuestra comunidad y es un motivo de orgullo y de identidad también”.
La complejidad del tejido que implica tiempo de uno a tres meses para elaborar un quechquémitl, aunado a la llegada las telas industriales y la máquina de pedal, contribuyeron al desuso de la técnica, consideró.
“Hay muy pocas piezas en la actualidad de esta técnica, en los acervos no es tan común y su estudio es de muchísima importancia, puesto que es una técnica que es única en el mundo y es de la región de Mesoamérica y hoy en día sólo es en la Sierra de Puebla”, puntualizó.
Actualmente, Ilan Cruz encabeza una comunidad textil en la Ciudad de México dedicado a elaborar piezas de sencillas a complejas de esa rama, lo cual combina con sus estudios de Antropología Social.