La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam
Llegó a la rectoría de la Universidad de las Américas Puebla con los métodos de Maximino Ávila Camacho, uno de cuyos brazos armados fue su protector y guía moral: el legendario Manuel Espinosa Yglesias.
Una vez que dejó de ser rector, fue exhibido públicamente por Nora Lustig —la nueva rectora— de haber provocado un millonario daño patrimonial a la institución.
Cuando el escritor Pedro Ángel Palou ocupó la Rectoría, éste fue injuriado por los esbirros de Cárdenas desde el anonimato, al grado de que la Fundación Jenkins se planteó proceder legalmente en su contra.
¿De quién hablamos?
Acertó el hipócrita lector: del doctor Enrique Cárdenas Sánchez.
Simpatizante de clóset del PRI, el ex director ejecutivo del Centro de Estudios Espinosa Yglesias llevó siempre una magnífica relación con los gobernadores Mariano Piña Olaya, Manuel Bartlett y Melquiades Morales, así como con un personaje al que siempre le guardó respeto: Mario Marín Torres.
Ninguna crítica salió de su boca en esos años felices.
Hace un año, sin embargo, recuperó su olvidado espíritu y se convirtió en un férreo crítico del morenovallismo (cuyos partidos hoy lo cobijan) y en el creador de movimientos desdeñados por la gente.
Metido en el protagonismo —que es una variante del fetichismo—, el doctor Cárdenas insistió —un día sí y otro también— que al ampararse en contra del pago de impuestos en Puebla —ante la creación de un fideicomiso— se vendrían en cascada miles de amparos similares, lo que provocaría una sacudida brutal.
Nada ocurrió con el gesto de nuestro personaje —muy pocos lo siguieron—, salvo que encontró su alma gemela en el “doctor” Eudoxio Morales, convertido hoy en diputado federal de un partido retrógrada y reaccionario: el PES.
Muy activos estuvieron durante la pasada campaña electoral tratando de desacreditar al morenovallismo.
¿Resultado?
Eudoxio llegó a San Lázaro con el tiempo y Cárdenas se mantuvo en la frustración de no haber podido ser candidato de Morena.
No está de más recordar que Cárdenas Sánchez era un oscuro profesor de Economía en la UDLAP cuando fue descubierto por Manuel Espinosa Iglesias.
Según la cada vez más confiable Wikipedia, “En 1985, la universidad se separó legal e ideológicamente de la asociación civil de la ciudad de México, bajo la denominación Fundación Universidad de las Américas, Puebla. De este modo, la UDLAP queda como una institución independiente de la Universidad de las Américas. (…) Ese año, el Lic. Demetrio Bolaños Guillén es nombrado el séptimo rector de la institución, pero se separa del cargo tras la ruptura con la asociación civil. En su lugar, el Dr. Enrique Cárdenas es nombrado rector interino”.
¿Cómo se gestó el movimiento?
Espinosa Yglesias, a la sazón dueño de Bancomer y presidente de la Fundación Jenkins —gracias a los buenos oficios de don Guillermo Jenkins—, recurrió al presidente de la asociación de estudiantes de la entonces UDLA para imponer a Enrique Cárdenas.
Fue todo un golpe de mano a la usanza del jefe de Jenkins y Espinosa Yglesias: Maximino Ávila Camacho.
De la noche a la mañana, el oscuro profesor de economía se convirtió en el rector de la UDLAP.
El periodista Miguel Ángel Granados Chapa describe así a Espinosa Yglesias en el libro “La Banca nuestra de cada día”: “Pequeño, enjuto, con mirada de lince, el cabello cano cortado casi a la brush”.
Debió haber agregado: alumno avanzado de Jenkins y de Maximino.
Las actitudes porriles las aprendió muy rápidamente el empleado de don Manuel, pues en aras de desprestigiar al rector Palou no dudó en lanzar una ofensiva a través de sus esbirros.
Sobra decir que Palou y la gente de la Fundación Jenkins pronto detectaron al artífice de la campaña negra y lo exhibieron públicamente.
Nota Bene: Apenas fue ungido candidato por lo que queda del morenovallismo, Cárdenas se fue de vacación.
En tanto, sus patéticos propagandistas se encerraron en aras de diseñar un discurso inédito:
Cómo pegarle al morenovallismo sin pegarle al morenovallismo.
Gabriel Hinojosa: el Asesor de Cárdenas
Algunos personajes de Lewis Carroll —autor de Alicia en el País de las Maravillas— ya están entre nosotros como parte de esta opereta.
Vea el hipócrita lector:
El sombrerero loco, el gato de Cheshire, la Reina de Corazones, la falsa tortuga, el conejo blanco…
Empecemos por el sombrerero loco, caracterizado por Gabriel Hinojosa Rivero, dueño de una locuacidad extraordinaria desde que arribó a la vida política poblana a través de un gobierno municipal que cabe en dos palabras: fracaso y ridículo.
Primo de Felipe Calderón, Hinojosa se inició como un crítico acérrimo de los partidos políticos y terminó como un trepador de los mismos.
Ha sido candidato de prácticamente todas las siglas.
Su vocación por la derrota lo ha salvado de volver a hacer el ridículo en alguna otra posición.
No tiene remedio.
Lo peor es que es el brazo derecho del ex rector de la UDLAP.
En efecto: el asesor principal, la fuente de inspiración, el capitán de la Nave de los Locos.
No en balde Ana Teresa Aranda lo bautizó en su momento como “chamaco pendejo”.
El tiempo, hay que decirlo, ya le quitó uno de los dos calificativos.