Disiento
Por Pedro Gutirérrez / @pedropanista

Durante años el Partido Acción Nacional (PAN) ha visto cómo se ha modificado su propio comportamiento frente al poder público y al ejercicio del mismo. La posibilidad real de acceder al poder modifica escenarios, cambia perspectivas y motiva aspiraciones de aquellos que pertenecemos a un partido o de los que sueñan con puestos de elección popular. Algo así pasa ahora que la dirigencia nacional, en contubernio con la local, designaron arbitraria e ilegalmente un candidato a la gubernatura en Enrique Cárdenas.

Los verdaderos militantes impulsan el trabajo político de un partido. Yo diría que la militancia blanquiazul se divide, al menos, en los siguientes rubros que son enunciativos, que no limitativos:

  1. a) quienes siguen pregonando la doctrina porque esta es la base fundamental de la acción política, b) los ciudadanos que ingresaron al PAN por el mero hecho de participar cívicamente en una opción diversa al oficialismo priista, c) quienes se registraron eufóricos por la tendencia ganadora del PAN en el país; por ejemplo, en Puebla, en 1996, con la primera presidencia municipal, o luego con el ascenso de Vicente Fox al poder en 2000 y d) quienes recibieron una invitación de algún líder del partido para afiliarse y que al final del día fueron herramienta de una o varias convenciones y asambleas para satisfacer los fines personales de unos cuantos.

Vamos por partes. Los que se enmarcan en el inciso a) son los panistas de cepa que vivieron los horrores del autoritarismo priista y que gracias a su esfuerzo voluntario y decidido abrieron brecha para las generaciones que los sucedieron. Hablamos de panistas fundadores de Acción Nacional como Miguel López y González Pacheco o Manuel Iguíniz González, a quienes les debemos el agradecimiento eterno por haber iniciado la brega de eternidad en Puebla.

Los que proponemos en el inciso b) son los ciudadanos que, conscientes del atraso democrático del México del siglo XX, vieron en Acción Nacional una opción alternativa a la larga historia de corrupción y malos gobiernos emanados del PRI. El PAN, desde 1939, fue escuela de ciudadanos y opción legítima para acceder al poder público.

Una tercera gama de militantes –inciso c– lo representan aquellos que, quizá sin un mayor interés por la política, voltearon su mirada al PAN con aquella victoria de Vicente Fox, que derrotó al oficialismo en el año 2000 y luego, más concretamente en Puebla, con el triunfo de Rafael Moreno Valle para la gubernatura de 2010. Los militantes posfoxistas y posmorenovallistas son miles y son ciudadanos que nos ayudan a integrar los ejércitos electorales y a cuidar el voto en los procesos constitucionales.

Por último, están los militantes que algún día se registraron en nuestro partido y que respondieron –o responden– a los intereses de unos cuantos que conforman un grupo. No deberíamos tener empacho en decirlo: muchos miembros activos son presa fácil de la manipulación de los líderes partidistas que creen que en el PAN se pueden reproducir las mismas prácticas corruptas y corruptoras que se estilan en el PRI. Así, un líder invita a unos cuantos al partido y, contando con el poder de afiliar mediante inscripciones discrecionales en los comités municipales, registran a cuantos pueden para luego arrogarse el triunfo en los procesos internos y así perpetuarse en el poder.

Estos son –al menos– los cuatro grupos de militantes que encuentro en el concierto panista contemporáneo. Usted se preguntará el porqué quise tocar este tema en la entrega de hoy, y la respuesta es sencilla: porque en la militancia está la verdadera fuerza del partido, esta es la materia de los procesos internos que vivimos y en ella se basa la fortaleza del PAN. Más allá de los órganos internos estatutarios, la militancia nutre con su unidad, ideas y pensamiento a Acción Nacional. Los hombres y mujeres libres que conformamos el blanquiazul somos mucho más poderosos que una dirigencia sin fuerza, vigor o rumbo. La militancia es el alma que debe dirigir el derrotero de los dirigentes, por muy rebasados que se encuentren.

Bien harían en recordar los dirigentes del alicaído PAN actual que la fuerza motora del partido está en sus militantes y no es la toma unilateral de decisiones, sobre todo si estas son contrarias a los principios del partido como en el caso de la designación de Enrique Cárdenas. Sin tomar en cuenta a los panistas, Marko Cortés y Genoveva Huerta pretenden imponer un candidato que hace un año estaba en el radar de Morena y nos escupía por donde pasaba. Pero esta decisión parece que puede revertirse para que en los próximos días el Tribunal Electoral ordene a los dirigentes a reponer el procedimiento y así, al menos en este caso, los estatutos y la militancia triunfen ante el despotismo NO ilustrado.