Las Serpientes
Por: Ricardo Morales Sánchez / @riva_leo 

Un hombre que sin lugar a dudas busca influir y ser factor de poder en los próximos comicios para elegir al nuevo gobernador de Puebla es el ex mandatario Mario Marín Torres.
Libre del yugo morenovallista, el cual lo mantenía sometido y hasta en el anonimato, el ex gobernador, ahora sí, se ha dado a la tarea de comenzar a reconstruir su red con personajes que lo mismo colaboran con Morena que con el PRI.

Desde el pasado proceso, Marín, quien inicialmente había apoyado e impulsado la candidatura de Enrique Doger a la gubernatura por el PRI a través de personajes como Adolfo Karam y el ya fallecido Jorge Morgado dio un viraje cuando vio la cercanía del ex rector con el morenovallismo y optó por apoyar al entonces candidato de Morena a la gubernatura, Luis Miguel Barbosa.

Para nadie es un secreto que una buena parte de su estructura operó a favor del hoy senador Alejandro Armenta Mier, personaje consentido del ex mandatario y a quien considera su heredero político tras la ruptura con quien fuera su pupilo favorito, Javier López Zavala, a quien traicionó en 2010, entregándolo a las huestes morenovallistas.

Marín fue, junto con Barbosa, uno de los grandes derrotados luego del fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el cual ratificó el triunfo obtenido por Martha Erika Alonso, pero la fatalidad operó a favor del hijo consentido de Nativitas, Cuautempan, junta auxiliar de Coyotepec, quien ahora es libre tras la muerte de la gobernadora y de su esposo, Rafael Moreno Valle.

Esa libertad le ha abierto un abanico de oportunidades al ex gobernador, quien lo mismo sigue su pacto con Barbosa y mantiene buenas relaciones, que también tiene otra carta con Armenta y, por si fuera poco, tampoco es ajeno a los movimientos de José Juan Espinosa y su esposa, la senadora, Nancy de la Sierra, de quienes fue padrino de bodas.

Pero las cosas no se quedan ahí, Marín también lleva mano en el PRI, donde los grupos se encuentran confrontados, Jorge Estefan quiere retomar el control del tricolor y choca con Enrique Doger, quien a través de Javier Casique mantiene la dirigencia estatal en sus manos.
Sabedor de la enorme división que existe al interior del Revolucionario Institucional, Marín, a través de su compadre Valentín

Meneses, apoya que Alberto Jiménez Meri no se convierta en el candidato del PRI a la gubernatura, con lo cual, el ex mandatario tiene otra vela encendida.
De hecho, ha trascendido que existe un acuerdo entre el marinismo y la gente de Alejandro Armenta para que si el candidato de Morena a la gubernatura es el senador, todos se sumen a la campaña del ahora seguidor de López Obrador.
En caso contrario, si Armenta no es el abanderado, su estructura se sumará para apoyar al candidato de Marín, en este caso Jiménez Merino y al PRI, eso al menos es lo que dicen las malas lenguas.

Tal vez por esta razón es que ahora se busca revivir el caso Lydia Cacho en contra del ex gobernador Marín como una forma de presión en contra del ex mandatario. Y es que resulta sumamente sospechoso que tras los movimientos de Marín y su lucha por volverse un factor de poder real en Puebla, ante los vacíos creados por la muerte de Moreno Valle y Martha Erika, ahora se reviva un tema que ya se encontraba en el olvido.
Además, resulta irónico que quien inclinó la balanza a favor de Marín en la sesión celebrada el ya lejano 30 de noviembre de 2007, en la cual la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que el entonces goberna-dor de Puebla, Mario Marín Torres, no había incurrido en violaciones graves contra los derechos humanos de la periodista, fue la entonces ministra y hoy secretaria de Gobernación federal, Olga Sánchez Cordero.

Veremos cuál va a ser ahora la reacción de Marín y su grupo ante esta inminente amenaza por parte del gobierno federal; el cual, queda claro, quiere tener a Puebla en su posesión a costa de lo que sea y valiéndose
de lo que sea.

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