Las Serpientes
Por: Ricardo Morales / @riva_leo
Puebla entró en una nueva etapa, se terminaron ocho años de morenovallismo y el gobernador interino, Guillermo Pacheco Pulido, arranca otro ciclo para la entidad.
Atrás de golpe y porrazo quedó la hegemonía del grupo político que en 2010 sacó al PRI de Casa Puebla y desde ahí comenzó a fraguar el asalto de Los Pinos, el cual sólo pudo frenar Andrés Manuel López Obrador y el dramático accidente en el cual murieron Martha Erika Alonso y Rafael Moreno Valle.
Con 40 votos a favor y una abstención, el ex presidente municipal de Puebla y ex presidente del Tribunal Superior de Justicia logró consumar lo que siempre fue su gran anhelo, convertirse en gobernador de Puebla, al menos por cinco meses.
Llama la atención la sumisión de quienes en el papel representaban al antiguo régimen, al cual en vida le habían jurado lealtad a Moreno Valle y me refiero a la bancada panista, que sin chistar aprobó en automático todo. Seguramente de ese tamaño serán las cosas que tengan atoradas.
En fin, como todo en la vida, un ciclo termina y otro inicia, lo más importante es que se acaba la incertidumbre derivada del proceso electoral del año pasado, su posterior conflicto, la pelea jurídica y la trágica muerte de la gobernadora Martha Erika Alonso, quien sólo estuvo 10 días al frente de la administración estatal.
El breve lapso en el cual estará en funciones Pacheco Pulido se espera que se caracterice por la prudencia y que al igual que su maestro de generación, el doctor Toxqui, esté caracterizado por cancelar los odios y los rencores provocados por todos estos meses de encono y lucha política.
Puebla ya no está para más polarización y divisiones, so pena de que la olla exprés en la que se ha transformado no aguante más la presión y estalle, ese será el reto que enfrente el nuevo gobernador interino de Puebla, a quien si algo se le reconoce son sus tablas en el mundo de la política.
Pero la ascensión de Pacheco Pulido, como todas las cosas en la vida, tiene implicaciones. La primera, el caos interno en el que caerá seguramente el panismo nacional y también el poblano, pues queda claro que Marko Cortés es un dirigente de papel y sin la capacidad de interlocución con los factores de poder reales de este país.
En su caída, el morenovallismo, o lo que queda de esta corriente, arrastra consigo al PAN, el partido cuyas siglas usufructuó el antes grupo hegemónico y el cual, como lo señalé en una columna la semana pasada, volverá a sus orígenes, a ser en Puebla un partido testimonial en poder del Yunque local, que volverá a ganar perdiendo.
El PRI se convirtió, como también ya lo señalamos, en la comparsa de Morena en Puebla, a las órdenes del gobernador Pacheco, pero también de quien vaya a ser el candidato a la elección extraordinaria, seguramente Luis Miguel Barbosa, quien amarra de esta forma 50% de su llegada a Casa Puebla.
Otro de los grandes damnificados es el ex candidato del PRI a la gubernatura, Enrique Doger Guerrero, quien jugó a favor del morenovallismo en la pasada elección, aunque seguramente este será rescatado por su amigo Ignacio Mier Velasco, hombre cercano al presidente López Obrador y a la 4T.
El PRI seguramente ahora jugará a favor de Morena en la próxima elección y lo hará con un o una candidata a modo de Barbosa o de plano a lo mejor ni va a la contienda, según le convenga a su nueva aliado.
En el Congreso local, el hombre fuerte ya es sin duda Gabriel Biestro Medinilla, principal operador del gobernador Pacheco Pulido y del casi seguro candidato Barbosa, quien le confió la operación política para el ascenso del nuevo mandatario al poder.
En fin, queda claro que a partir del lunes hay un nuevo orden político en Puebla, mismo que, como todo, aplicará nuevas reglas para el juego, a nadie le debe de asustar esto, es parte de la praxis política, como dijera Heráclito de Éfeso, hace ya más de dos mil 500 años, todo está siempre en constante cambio y esa es la base de la dialéctica.