Por: Guadalupe Juárez

Han pasado casi siete meses desde las elecciones y es la primera vez que Andrés Manuel López Obrador tiene un evento oficial como presidente en Puebla.

El clima de desconfianza y enojo de hace unos meses y que lo había mantenido lejos del estado parece haber desaparecido, al menos por unos minutos, y en su lugar pareciera sólo estar el hombre que lleva las riendas de un país.

Pero la investidura no aleja el tono de campaña, ni las frases más utilizadas por el mandatario en sus últimos eventos políticos, tampoco que el Juntos Haremos Historia — ese nombre que identifica a los tres partidos con los que se impulsó para ocupar la presidencia y con el cual consiguió jalar a varios en otros puestos de elección popular— se asome en las últimas líneas del discurso de López Obrador.

Menos ha cambiado que la gente le grite: “Te quiero” desde la última fila de sillas metálicas separada con varias vallas que impiden el paso al escenario, en una escuela primaria en el municipio de Huauchinango, en la Sierra Norte del estado, que ha servido como sede del primer evento protocolario.

—Te quiero, Presidente—, grita una mujer hasta desgarrarse la garganta. De ese grito salen otros más, aislados, pero suficientes para obligar al mandatario a interrumpir su discurso.

—Yo también los quiero—, les responde, mientras el lugar estalla en aplausos. Los aplausos se repetirán cuando diga que ya no habrá “más frijol con gorgojo”, que venderá el avión presidencial, que ya “no se roba arriba” y por ello tampoco debe de “robarse abajo”, en referencia a la corrupción que prometió acabar en su gobierno.

El plantel educativo no tiene niños con uniformes como debería ser un día normal de escuela, como pudo ser este jueves. En su patio, en lugar de los alumnos se encuentran varias lonas que protegen del sol a cientos de personas que si no llevan un fólder en la mano para tramitar alguno de los programas sociales, lleva un artículo con frases y la imagen del Presidente.

Y como si todavía fuera un mitin político, los vendedores afuera de la escuela aprovechan para ofrecer llaveros, gorras, peluches y todo lo que uno se pueda imaginar con la imagen de AMLO.

Los simpatizantes con alguna prenda de color vino, característico de Morena —el partido fundado por López Obrador— impera en cualquier grupo de personas que ves pelearse un lugar cercano al Presidente o que gritan “fuera el PRIAN”, cuando mencionan a un político que no es de la coalición.

O que presumen haber votado por él para pedirle a su seguridad dejar los pasar para saludarlo más cerca, como estaban acostumbrados.

Tampoco ha cambiado que quienes fueron candidatos hace unos meses y ahora diputados o presidentes municipales, ocupen un lugar al frente, por encima de los beneficiarios de los programas para tomarse una foto que más tarde compartirán en redes sociales.

O aquellos que sólo tuitearon estar en el municipio, sin acercarse al Presidente.

Las nuevas formas

Aunque algunas cosas no han cambiado, hay otras que hacen evidente la diferencia entre el titular del Poder Ejecutivo y el candidato. El candidato no llevaba un convoy de militares afuera del evento, con las armas a la vista de todos, pero sí el Presidente.

El candidato no tenía mayores filtros para quien ingresara a sus eventos, el Presidente tampoco, pues a diferencia de otros ha dejado a un lado los detectores de metales en forma de puertas que hacían quitarte hasta el cinturón para pasar. Sin embargo, sí conserva las vallas que un joven logra saltarse para pedirle a López Obrador que lo ayude.

Antes de que cualquiera pueda alejarlo de él, el mandatario pide una silla y lo sienta en la fila de funcionarios y beneficiarios, mientras pronuncia su discurso de poco me- nos de una hora.

Su seguridad también es insuficiente para evitar que se forme un enjambre de personas a la salida de la escuela que busca estrecharle la mano o tocar su camioneta. Entonces, de nuevo aparece la actitud del candidato, que asoma su cabeza con cabello blanco en la ventana del copiloto de una camioneta negra y logra chocar algunas palmas y decir adiós.

En su primer evento en Puebla, hubo dos AMLO: el ex candidato y el Presidente.

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